aunque cuando está menos enojada la versión baja a 14 meses.
Y para el caso, mis primos, hijos de la cuñada en cuestión, tal vez no usaban pañales a los dos años, pero no durmieron de corrido hasta los seis más o menos. Pero hay que mirar el lado malo de las cosas nada más, sino no tiene gracia.
, tan largamente esperados en apariencia, las comparaciones giraban más en torno al comportamiento:
Claro que lo que no decía es que las nenas de los A. tres meses después de comenzadas las clases seguían llorando todas las mañanas aferradas a su madre, que no podía dedicar la mañana a otros menesteres, la prima en cuestión con excelente dicción tenía cuatro años más, y para el caso todavía hoy tiene unos horrores de ortografía impresionantes y después de tanta insistencia con la comida, hoy estoy al borde del colapso nervioso a ese respecto y C. no engorda aunque se lo pidas.
3) Llegando a la edad escolar, como no podía ser de otro modo, se inauguraron las comparaciones en el plano académico. En realidad tanto mi hermana como yo siempre fuimos bastante tragas, así que se tuvo que esforzar bastante en esta nueva etapa. En lo que a mi respecta, uno de los problemas era la caligrafía.
"Vos viste la letra que tienen M. y A.? Por qué no te esforzás un poquito para tener el cuaderno tan lindo como lo tienen ellas?"
Otro tema era la de las actividades extracurriculares:
"Como no terminaste la tarea, cómo hace por ejemplo F. que hoy tiene natación"
sin dejar de mencionar generalidades tales como:
"Vos vas a tres actividades y estás cansada y J. va a cinco y todavía le pide a la madre ir a violín"
Claro, lo que mi madre nunca mencionó es que M. y A. con su maravillosa letra hacían mal la mitad de las cosas, por no mencionar las sandeces que escribían; por respeto hacia la mamá de F. no voy a reproducir todo lo que dijo sobre qué clase de madre era al mandar a la hija a una pileta de dónde, según su propio diagnóstico, F. se contagió la hepatitis (sin mencionar que el pediatra le había prohibido mandarme a natación en invierno) y J. no prosperó en ninguna de las once mil actividades extracurriculares que hizo (yo tampoco, pero no les hice gastar tanto dinero al menos)
4) En la adolescencia la temática viró hacia las tareas domésticas, la responsabilidad y el aspecto personal.
Supongo que el :
"tu cuarto es un chiquero" sí es universal.>
"tendrías que aprender de los chicos de R., está todo impecable y hasta tienen alfombra blanca!"
En el plano doméstico:
"Tu primo I. hace la ensalada él desde que tiene ocho años"
"B. ya hace las empanadas mejor que la madre"
Y en lo que a belleza se refiere, encabezaban el podio:
"Viste a D. cómo se cuida las uñas, no podés ser un poco igual?"
"S. parecía una muñequita como estaba maquillada, ya es hora que te maquillas, ninguna mujer es linda sin esforzarse un poco"
"Vieron a M.? Siempre está con la ropa impecable. La madre dice que hace años que no plancha, y empleada no tienen"
Claro que omitió decir que en la casa de R. había dos empleadas, y en todo caso, quién es feliz viviendo con una alfombra blanca? (saquemos lo de blanca, con alfombra alcanza para sumar problemas); mis primos, según tengo la posibilidad de observarlos hoy en día no son capaces de preparar sendas ensaladas ni empanadas (creo que siquiera saben hacerse un sandwich), y como tales habilidades no tienen demasiada ciencia, y son como manejar (cuando aprendés no te olvidás más) dudo mucho que alguna vez las hayan poseído. Respecto a D., S. y M. supongo que a mi madre no le hubiera gustado que además de las uñas impecables, el maquillaje y la ropa almidonada, fuera tan atorranta como ellas. Además con las uñas impolutas de D. es medio difícil pasar la aspiradora, lavar montañas de platos o hacer el repulgue de las empanadas, como los jóvenes en cuestión admirados más arriba. Y todo eso sin contar con lo que podía pasar si estábamos todo el santo día encerradas en el baño pintándonos las uñas o maquillándonos.
5) Ya en la adultez, la cosa viene más o menos así: hay que sumar todo lo anterior (salvo lo de dejar pañales) y agregarle el tema éxito monetario/profesional. Estoy muy, muy cansada de saber cuánto más ganan los demás, o que ganan igual pero son tan eficientes que trabajan la mitad del tiempo y no abandonan a sus familias, o trabajan más horas y de todas formas se las arreglan para ir a pilates y tener la casa más impecable que la mía.
6) No llegué a la etapa geriátrico todavía, o para que compare mi jubilación con la del hijo de su mejor amiga, o cuántos achaque más (o menos) tienen los hijos de las primas. Pero sí llegó a la etapa de compararme, a mí, como madre, con otras madres. Y llegando a esta instancia es momento de ponerle un punto final a la cuestión. El tema es averiguar cómo.
Y también, esta altura uno se pregunta cómo una persona capaz de pensar todas estas cosas es tan crédula para creer todo lo que les dicen los demás.
El tema es cómo hacerle entender a una madre que el hijo ideal no existe, que es un prototipo que se armó en su cabeza con lo mejor que tienen los hijos de los demás (o que los demás dicen que...), que no está mal, pero con eso también hay que aceptar lo malo que viene con ellos, y malo no se refiere a ser un drogadicto o ladrón, simplemente cosas que no están dentro de sus valores.
Ahora, para equilibrar un poco la balanza (tanto como se pueda) voy a dar dos muestras de mi absoluta objetividad e imparcialidad:
A.- Aunque no se lo dije en forma explicita, le agradezco infinitamente el entrecruce de palabras que tuvo con mi suegra hace como mes y medio atrás, con lo cual, estando yo viviendo con mi madre durante casi todo ése periodo,contribuyó a que yo tenga que aguantarla mucho menos (a mi suegra, se entiende).
B.- Como espero que mi madre, ni nadie que le pueda contar, encuentre este blog jamás, confieso (MC no leas!!!! o sí! no sé!) que cuando se pone muy rompe por teléfono alejo el tubo un rato hasta que a la distancia se nota que bajaron los decibeles, y cuando se pone muy rompe en mi presencia, y esto por suerte casi siempre es en la intimidad de su hogar, busco muy disimuladamente mi celular y llamo a casa (gracias al cielo que todavía no se les ocurrió poner caller ID). Para mi madre el timbre del teléfono es equivalente a la música para calmar fieras. No sólo que se calma bastante, sino que cuando llega al teléfono y misteriosamente "se cortó", ya que está ahí (como si fuera tan difícil llegar al teléfono) se acuerda que tenía que llamar a fulano(por suerte la mayoría de las veces tiene un llamado pendiente para hacer) y si los astros siguen alineados, fulano atiende, conversan muy cordialmente un promedio de una hora (jamás dura menos de media) y después ya pasó mucho tiempo para acordarse de por qué estaba gritando, o se le cortó la inspiración por el momento. (También reconzco que mi mamá es super agradable por teléfono)
Gran parte de todo esto se me pasó por la mente cuando nació MC y me dijeron "es nena".
En realidad no tengo hermanos varones, así que no sé si es un problema de género, pero lo que sí espero es que no sea genético.