miércoles, 25 de febrero de 2009

Regreso sin gloria, y un tanto machucada


Haciendo un mezcladito de mis últimas tres entradas: tardé como una semana en darme cuenta que las no-vacaciones no estaban tan mal (el segundo día por ejemplo estaba suspirando por volver). Estaba empezando a reconocer que de hecho, no la estaba pasando nada mal, a pesar de todos los peros que encontraba los primeros días. Hasta había empezado a cumplir uno de los objetivos principales que era dormir más o menos como la gente.

Pero no hay caso. Las vacaciones, las no-vacaciones, los "unos días" no son para mí, aunque intente disfrazarlo para que no se note.

Unos chorros se nos cruzaron por la calle y por las vacaciones y se llevaron los celulares, cuatro tarjetas de credito, dos de debito, como $500 (había cambio y muchas monedas, encima!), documentación varia, cartera de cuero, billetera hermosa nueva, las ganas de seguir veraneando, el buen dormir; y a cambio nos dejaron unos buenos moretones, un pase con invitaciones para comisaría, clínica y para volver a casa anticipadamente.

En definitiva, no es nada del otro mundo, pero hay que pasarla. Quisiera evitar el cliché de "podría haber sido peor", "no es para tanto", "nos podrían haber lastimado más", "qué chorros de miercoles", "adonde vamos a ir a parar", etc etc... pero si están tan gastadas estas frases es porque realmente (y lamentablemente) son muy ciertas.

También está la otra serie de clichés, que si bien también son verdad se pide evitar en la parte de comentarios, así que se ruega encarecidamente no reproducir ninguna de las siguientes frases que detallo a continuación porque las vengo escuchando de sobra estos días (leanse en tono quejoso):

- ¿Por qué llevabas tantas tarjetas encima? (y si, fue una boludez, pero ahora que voy a hacer?)

- ¿Pero por qué te resististe? (no me resistí, el tipo me tiró igual, por las dudas)

- ¿Y por qué llevabas los documentos encima? (ya te contentesté, soy una bolu que lleva las tarjetas en la billetera, pero no tanto para llevarlas y no tener documentos para poder utilizarlas)

- ¿Pero por qué saliste con cartera? (y... qué se yo... el 99% de la población femenina occidental sale con cartera)

- ¿Y por qué estaban caminando de noche? (más allá de que es el medio de locomoción natural para el hombre, quizá fue otra estupidez o quizá tambien te asaltan lo mismo cuando te bajás de un auto o de un taxi)

Lo más irónico en estos casos para mí es que cuando a uno le roban de esta forma lo que menos lamenta uno es el dinero y ésto es lo único que quieren los chorros. Bueno, y el celular... que uno lo que más lamenta es el chip...

Así que entre que ya venía medio sugestionada con el tema, más lo que pasó, me dieron unas terribles ganas de irme a la miercoles. Lástima que dicen que allá también están robando mucho....

viernes, 13 de febrero de 2009

"Me voy unos días"


Con esa frase, evito decir "me voy de vacaciones". El motivo por el que quiero evitar el término vacaciones no tiene que ver con que me genere culpa ni nada similar, porque de hecho la mayoría de la gente ya se fue, volvió, y hasta está planeando las de invierno o del año que viene.

Las razones por los que le esquivo a la palabra vacaciones son los siguientes:

1) El año pasado mi experiencia con las vacaciones fue bastante nefasta:

La primera vez mi papá se descompuso muy mal.

La segunda casi mato a alguien (y no tirándole el auto encima precisamente, sino que me hicieron enojar mucho)

La tercera fue entre medio de perder un ascenso y un infarto de mi papá

La cuarta con un pequeño episodio que también es preferible olvidar.

(Ahora que me doy cuenta, por ahí es en castigo, demasiadas vacaciones el año pasado...)


Ahora, el preestreno de estas no-vacaciones (sí, intentemos engañar al destino diciendo que no lo son) fue una larguísima noche doblada en dos, que me hizo acordar mucho a una noche de contracciones, y una consecuente visita a la guardia esta mañana. En realidad no me fue tan mal, no me están operando de la vesícula como yo me imaginaba (no exagero, dolía muchísimo!!!) fue sólo un cólico, así que me mandaron a casa (lo que el médico no sabe es que también me mandó de "vacaciones") con la indicación de tomar 4 sertal forte por día, no consumir lácteos (no recuerdo cuánto hace que no tomo leche, sólo voy a extrañar un poco el queso), frutas y verduras (puedo vivir sin ellas, especialmente sin éstas últimas), fibra (¿Y eso qué es? Yo no como aserrín) y evitar el exceso de dulces y ponerme nerviosa.
Con semejante plan alimentario, me están empujando directamente a nutrirme casi exclusivamente de mariscos, asado y pastas (me aguaron las pizzas de Manolo, podría las sin queso, pero qué es una pizza sin queso?).

2) Ultimamente la palabra "vacaciones" mete mucha presión. Primero por los preparativos. Los detesto cada vez más. Es que después del esfuerzo y angustias de buscar una malla uno ya necesitaría vacaciones extra. Por suerte este año no compro malla y la única prenda de vestir que necesitaba la conseguí con relativa facilidad, aunque a un costo relativamente alto, pero no importa.

Por otro lado, la presión viene porque pareciera que en el cada vez más breve lapso de tiempo, uno debiera leer todo lo que no alcanzó a leer en el año, broncearse lo suficiente como para lucir "veraneado", salir a comer a todos los lugares característicos de la zona en cuestión, pasear, mirar amaneceres, atardeceres, no pelearse con la familia, hacer buenas compras, volver a dormir como la gente, etc, etc, etc. Encima de todo, descansar... Me hace acordar a una jefa que yo tenía que cuando volvías de vacaciones te preguntaba con carita maliciosa: "descansaste? la pasaste bien? (tenés que decirme que sí porque no te imaginás lo que te tengo preparado)"


3) Yo sé que esos tiempos se fueron para no volver, pero "vacaciones" para mí eran las de mi infancia (y adolescencia, y un poco más también) esas de "toda la temporada", en un mismo lugar. Tal vez uno hiciera menos cosas, fuera bastante rutinario (había ocasiones en las que rogábamos por un día feo, cansados ya de tanta playa), se saliera menos, pero qué bien que la pasábamos y cómo lo extraño!


Así que aunque parezcan vacaciones, sólo me voy unos días, todo, como el título del blog indica, bastante "a la que te criaste": ni sé bien cuántos días, intentando reducir los preparativos, el equipaje y los nervios al mínimo posible, y con las únicas pretensiones de volver a dormir como un ser humano normal y no hacer nada de nada. Veremos si sale, no debería ser tan difícil.

Aunque no sean vacaciones, creo que mínimamente al volver debería empezar a publicar cosas un poco más alegres porque me acabo de dar cuenta que vengo con una seguidilla de entradas demasiado qujosas.

miércoles, 11 de febrero de 2009

¿Dónde quedé yo?


No sé si son los años, la locura, o qué, pero he venido notando que me estoy convirtiendo en una de esas personas que siempre desprecié, como por ejemplo:

- los que se despiertan antes que suene el despertador

- los que comen la mitad y ya se sienten llenos

- los (el 99% de las veces es "las") que no se hacen problema si salen con el pelo hecho un desastre.

- los que hablan de sus sentimientos

- los que se quejan de los que se quejan de la inflación (es como que ya fue... paguemos lo que nos quieran asaltar y listo, qué vamos a cambiar?)

Me faltaría que me empiece a gustar la coca light más que la común (que me gustara alcanzaría) y comer y no engordar y ya me daría asco de mi misma... aunque por otro lado, daría gusto ser así en esto último, por asco a mí misma que me dé, pero lamentablemente no soy tan afortunada.

viernes, 6 de febrero de 2009

Crueldad social



Todos los delitos de los que somos víctimas (cada vez más) son ampliamente condenables, pero se transforman en viles cuando además de todo nos quieren hacer cruzar la frontera y transformarnos de víctimas a victimarios.

En mi trabajo hay una "de la primera plana" a la que nadie quiere mucho. En realidad creo que no es que no la quieren, sino que le tienen bastante miedo, supongo que con algo de razón porque no es una persona super cálida y tiene su carácter. Tal vez por compartir estas dos últimas características yo le caí simpática o no es tan mala como la quieren hacer parecer.

Como sea, cuando una persona así, bastante adicta al trabajo además falta dos días, y al tercero viene y cuenta lo siguiente, te estremece un poco más que lo habitual:

Muy angustiada nos contó que pocos días antes el marido, circulando por la colectora de Panamericana, se le cruzó una moto. Para él fue inevitable tocarlo con el auto, apenas, pero el la moto volcó, el motoquero salió medio disparando por la banquina y demás. A esa velocidad tampoco es fácil recordar los detalles.

Como ser humano normal, porque es de gente normal y no de héroe hacer esto aunque hoy en día no sea lo más habitual, se bajó del auto apenas pudo parar a ver cómo estaba el conductor de la moto en cuestión. El tipo por supuesto estaba más que bien, tanto que solito le pudo dar una linda golpiza mientras su socio se dedicaba a robarse el auto, paliza que le costó una internación y varias magulladuras... y encima hay que agradecer que ningún hueso roto.

Yo sé que actualmente hay delitos mucho más graves que éste. Eso en definitiva, no sería lo más preocupante. Qué mal que estaremos en cuanto a seguridad para pensar así. A mí lo que más me conmovió, o lo que más rabia me da, o como se diga es que con hechos violentos como éste, la primera reacción de todos, creo, es no detenernos más por más que casi matemos a un peatón, ciclista, motociclista u otro conductor. Porque es muy fácil decir que nuestro deber hacia el prójimo es ése, y otra vivir el robo del auto, la golpiza,y ni pensar si uno llevaba chicos en el asiento de atrás. Pero uno también piensa que, sin quererle robarle ni el auto ni una partícula de polvo a nadie, también podemos resultar lastimados y a todos nos gustaría que los demás se detengan a asistirnos. Y creo que eso es lo verdaderamente trágico. Porque, volviendo al hecho que describía más arriba, por la Panamericana circulan miles de autos por hora, pero que se detengan a ver qué le pasó al pobre hombre en cuestión, golpeadísimo y sin auto (también le robaron el celular, ya que estaban y para que no pudiera llamar a pedir auxilio) hubo casi ninguno.

Lo más triste es que cuando te roban o o dañan la confianza no hay seguro que valga, como con el auto.

Yo honestamente me quedo pensando qué haría, ahora sabiendo esto, en una situación similar. Y que uno se pregunte semejante cosa, es grave.

martes, 3 de febrero de 2009

Murphy, te odio!


Creo que si hubiera estudiado leyes hubiera odiado más a Murphy de lo que odié a más de un autor que nos hacían estudiar, y no por tener que estudiarlo precisamente, sino porque sus leyes existan.

Ayer, estando en el trabajo estuve la mitad del tiempo pensando si hoy me pedía el día o no, si valía la pena andar pidiendo favores. En realidad hace dos domingos que estoy trabajando y no creo que me pida vacaciones, así que pedir un día no sería un favor tan grande, pero bueno, todos, o casi todos tenemos algún jefe y sabemos cómo son estas cosas.

Para mí al menos, la mitad de lo hermoso que tiene no ir a trabajar es despertarme y saber que ése día puedo seguir durmiendo. Los fines de semana no sirven mucho para eso, no hay "rutina" ni tanto ambiente de que los demás están cumpliendo sus obligaciones y vos no, y encima, con permiso para no hacerlo.

La cuestión es que desde quince minutos antes que den las 6 AM que estoy despierta sin que haya forma de que me vuelva a dormir, desde las seis y media que estoy levantada y a esta altura ya no sé si vale la pena que no vaya a trabajar, si total el día de descanso ya perdió casi toda la gracia.

El tema es que si voy, allá no piensen que me gusta tanto trabajar que pido un día y al final soy tan workaholic (jaja, justo yo!)que me agarraría síndrome de abstinencia si no trabajo.