viernes, 27 de marzo de 2009

¿Por qué nos gusta tanto leer?



En mi caso al menos, por aquel sentimiento menos sospechado: de lo controladora que soy.

Muchas veces, cuando las relaciones personales se me van a la miercoles, en general cuando me defraudan, o siento que me dejan sola, sobre todo creo que es en esos momentos, se me da por leer, para evadirme un poco supongo, pero otro poco, creo que es por saber que al menos en esto tengo el control de la situación.

Mirar tele también sirve, pero te exige seguirle el ritmo, que cuando estoy cruzada me cuesta horrores (hablo de mirar series que me gustan, no de Chiche o inutilisima satelital), bueno, con dvd no tanto porque se puede retroceder, porque cuando estoy así, no es nada raro que lea un parrafo cinco veces hasta entenderlo o que haya pasado dos páginas y caiga en la cuenta que no sabía qué estaba leyendo.

martes, 17 de marzo de 2009

"De aquí al mundo" (y de vuelta para abajo)


Supongo que esta entrada va a salir bastante antipática, como siempre cuando tengo ganas de decir algo, pero no de escribir.

Resulta que hace pocas semanas leí en el diario que había una niñita australiana de dos años que pintaba cuadros que cotizaban en una prestigiosa galería de arte de Melbourne.

Si bien las artes plásticas me gustan y mucho, no me atrevo a juzgar si los óleos de esta bebé son excepcionales o solamente "mirados con cariño y marketing".

Pero bueno, a Aelita, la niña en cuestión, en todo caso lo peor que le puede pasar es que cuando sea mayor, sus padres o ella misma se den cuenta que no es tan excepcional como parecía a los dos años. Y es muy triste terminar una carrera así tan joven. Incluso antes de saber que fuiste famoso, elogiado y querido por todos.

No soy quién para hacer pronósticos: uno porque no me corresponde hacer conjeturas sobre los hijos de los demás, dos porque casos de niños prodigio en el arte no conozco y tres porque si supiera hacerlo bien no los haría gratis.

Pero pensemos: Shirley Temple, las quintillizas Dionne, Gary Coleman, Macauly Culkin... qué se ha hecho hoy de todos ellos? Ninguno fue brillante de adulto; lo que no sería nada en comparación con lo desastrosos que llegaron a ser algunos de adultos.

Casualmente recordaba una conferencia para emprendedores que brindó el ex-futbolista Claudio Marangoni y a la que tuve la oportunidad de asistir, en la que resaltaba todo el tiempo e insistentemente sobre la importancia que los deportistas a los 20 ya vayan pensando en qué van a hacer de su vida porque no va a tardar mucho más de diez años en jubilarse en el deporte. Supongo que la edad me tiene mal últimamente y será por eso, pero no me puedo imaginar que a esta altura de la existencia una carrera pueda estar más que terminada. De acuerdo, tal vez la plenitud laboral, en lo que al resto de las profesiones se refiere, debería llegar a los 30 también, como llega en otros ámbitos de la vida, y no tener que esperar hasta los 40 largos o 50 para tener la oportunidad de estar en la cima, porque a esa edad ya no te planteas si tener o no más hijos y aparte ya te empieza a doler un poco todo para disfrutarlo (tampoco es que a mi no me duela nada ahora, lo que me hace pensar que a los 50 no voy a estar mejor precisamente). Pero peor es tener que lidiar con una carrera terminada a esta edad; porque quitando ejemplos como el citado Marangoni o el rugbier de los pumas Omar Hasan, ahora dedicado a la lírica (y a hacer publicidades de Quilmes) no son muchos los que tienen la capacidad de intentar escalar otro podio cuando has tenido que bajar del primero.

Entonces yo no dejo de preguntarme, seriamente, qué mérito tiene querer que los chicos sean superdotados. Quitando a Mozart, a quien me olvidé de mencionar como ejemplo, en general los niños prodigio creo que terminan bastante mal. Bueno Mozart triunfó de grande, pero tampoco pudo llegar a tan mayor pobre, pero ese es otro tema.

¿Es muy difícil querer a los chicos tal como son, o como corresponde que sean, o sea, mordisqueando los Giotto porque todavía no saben muy bien si son para dibujar, para comer o para pisarlos, sin necesidad que sean genios o mejores que otros nenes?

A veces pienso que hay padres que necesitan que el mundo les confirme lo que cualquier otro padre o madre sabe a ciencia cierta, o sea, que su hijo es el más lindo-bueno-inteligente-gracioso-pícaro en todo el planeta.

El tema es cuando los chicos, los padres, el mundo o quien sea se dan cuenta que no están hechos de un material diferente al del resto de los seres humanos.

En este punto se encontraban mis reflexiones al respecto hasta hace pocos días cuando se agregó otro elemento: tal vez no esté tan mal pretender que todo el mundo quiera a tu hijo, definitivamente debe estar mucho mejor que hacerlo conocido por características que al menos al mundo no le parecen tan simpáticas.

Estaba viendo Desperate Housewives, donde la nena Madison De La Garza interpreta a la obesa hijita de una de las protagonistas. Yo sé, o quiero pensar, que no han engordado a la nena a propósito para el papel que le tocaba, pero qué sentirá esa nena a ser encasillada como "gorda", con todos sus clichés encima, por millones de televidentes en todo el mundo, a la tierna edad de seis años?

Porque una cosa es actuar de nene tonto por ejemplo, cuando fuera de la cámara podés demostrar que no lo sos, y otra es darte cuenta que seguís con el mismo cuerpito cuando se apagan las cámaras y que la sociedad lamentablemente sigue con esas estupideces de discriminación que, además, que de alguna forma con tu cuerpo y tu personaje ayudás a reproducir. Será que para un semi topo como yo es imposible entender que haya gente para quien es tan importante figurar, de cualquier forma y como sea?

[Para no perder la sana costumbre de homenajear el arte cada vez que se pueda, el post esta ilustrado con una pintura de Aelita Andre, la artista de dos años. Yo le doy una oportunidad. ]
[Ya que estamos, les doy una ayudita, para ustedes, aunque la chiquita sea la nena: se supone que es un dinosaurio. Hagan un esfuerzo y veanlo!]

jueves, 12 de marzo de 2009

Mas tranquila - Misterio resuelto

Hace tiempo que me viene preocupando esto de cumplir 33.

Me intrigaba mucho esto de mi preocupación: no es por lo de "la edad de Cristo" porque hoy en día la expectativa de vida es mucho más larga que en aquel entonces. Bueno, tal vez si nos ponemos a comparar lo que había hecho Jesucristo hasta la fecha y lo que hice yo, o lo que hizo mucha gente antes de los 33 y lo que hice yo, es realmente para deprimirse, pero me intrigaba mucho porque para el caso debería haber sentido mucho más los 30, porque en definitiva no hay mucha diferencia entre los 33 y los 32 o los 31.

Quitando que tal vez esté un poco más loca, lo que no descarto, pero yo no soy quién para evaluarlo, después de varios meses de meditación (ya casi salía humo) me di cuenta que seguramente la cuestión reside en que más allá que cuando cumplimos 30 cambiamos de decena, y toda la mar en coche, realmente somos concientes de que estamos en los `30 a esta altura y porque nuestros recuerdos empiezan aproximadamente a los 3.

Entonces el bajón viene porque a esta altura uno ya empieza a tener recuerdos de cosas que pasaron hace 30 años y eso empieza a asustar.

Pero al menos despejé una incognita. Me sigue molestando igual cumplir los años que voy a cumplir, pero al menos ahora sé un poco más porqué.

viernes, 6 de marzo de 2009

Un gusto de personalidad



Cuando por definición, genética o crianza nos vemos privados de ser personas dulces, la cuestión sería poder volverse un individio ácido y no amargado. En su defecto, picante o salado también sirve.

domingo, 1 de marzo de 2009

Nada

Sólo eso, nada.

Pero bueno, yo para escribir "nada" necesito más que cuatro letras.

Dado el abrupto regreso al hogar por razones mencionadas más abajo, hoy iba a ser el quinto día de estar en mi casa todo el día, y cuando digo todo, es todo, las 24 horas con las que cuenta el día. Siendo que no estoy enferma, creo que es todo un record.

Hubiera sido más tiempo si no fuera que mañana tengo que ir a trabajar, y que hoy ya no pude eludir más invitaciones del estilo "ya que no estás haciendo nada"... precisamente, eso es lo que quería, estar acá metida, no visitar a nadie (y que nadie me visite tampoco, menos aún).

Para que tengan una idea de la magnitud de esta "nada" digamos no es que leí ningún libro (apenas si pasé de un capitulo), apenas si vi tele, tampoco estuve demasiado por acá, ni recuperé sueño atrasado, sino al contrario. Realmente me sorprende que hacer nada lleve tanto tiempo.

Antes de continuar, una duda lingüística acerca de nuestro bello idioma (o sea el argentino, en dialecto porteño, para ser más exquisitos): por qué decimos "no estoy haciendo nada" cuando en realidad estamos haciendo precisamente eso. ¿Se entiende? Estamos negando dos veces, lo que según alguna ley de la lógica que no recuerdo ahora, y tampoco me voy a poner a buscar, daría como resultado una afirmacion. Más bien deberíamos decir "estoy haciendo nada", pero ahora que lo pienso tambien es una contradicción porque el "haciendo" se contrapone con el "nada".
Por otro lado ni una imagen da para poner, iba a poner un rectangulo blanco, pero después me puse a pensar, por qué la nada se representa con el blanco?

Estos dos últimos son tan sólo breves ejemplos de lo que me puede pasar cuando estoy tantos días encerrada en mi casa, haciendo o sin hacer (como se diga) absolutamente nada.

También me di cuenta que sería capaz de no comer total no hay que respetar ningún horario, y siempre se puede hacerlo más tarde. Además se ensucian menos cosas, lo que nos permite estar más tiempo para hacer, o no hacer (como se diga) precisamente nada.

Otro descubrimiento: cuando estás todo el día en tu casa se siente mucho menos el calor, y eso que casi no puse el aire (con AA al mango todo el día hasta trabajando tenés frío)

Por otro lado, tal vez esté bien que mañana empiece a trabajar: ya no me quedó más ropa para lavar. Descontando que tenía una buena tanda extra debido a la vuelta de las vacaciones (ya ni me esfuerzo por decir no-vacaciones, ni similar) lo único que hice debidamente estos días es lavar ropa. El pobre aparato me ve y se quiere esconder. Es que tampoco la pavada, por más que me haya agarrado por el lado de lavandera tampoco era cuestión de andar lavando mucho a mano.

Más allá que no se pueden vivir muchos días así, si esto es una muestra de lo que podría llegar a ser yo como ama de casa de tiempo completo, asusta.

Así que por ahora, entre guatemala y guatepeor, me quedo con mi trabajo. Y eso que no tengo nada, pero nada de ganas de empezar mañana.