viernes, 28 de agosto de 2009

Educando Princesitas siglo XXI

De pequeñita, trataron de educarme precisamente así, vale decir, aniñada, tanto por lo femenino como por lo infantil. Eso incluía:

1.- Que entre todos los juegos, me gustaran más las hamacas, supongo que lo veían como el más suave.


2.- Estudiar piano,


3.- Aprender danzas clásicas y gimnasia artística,


4.- Cantar las canciones de María Elena Walsh


Creo que todo eso hizo de mi una persona que:

1.- Vive balanceándose para tomar cada decisión de su vida, sea ésta importante o nimia. Así vivo entre:
renuncio-sigo trabajando-renuncio-sigo trabajando,
sigo trabajando acá con piloto automático - pruebo en otro lugar que represente un desafío,
tengo más hijos - me planto acá,
para la primavera planto petunias - planto flor de azúcar,
dejo a MC en este colegio - la cambio de colegio,
ahorro todo lo que se pueda - despilfarro,
arnet-fibertel,
no le hablo más a mi madre - estoy en su casa todos los días
(por suerte no llegamos a la etapa me separo - sigo casada... aunque quién sabe cuánto falta.)

2.- El piano me dejó, además de cierta facilidad para teclear ahora las letras, una tendencia bastante molesta a mover los dedos sobre cualquier superficie, que parece que siempre estuviera nerviosa. Golpear la misma superficie con el puño cerrado parece que tampoco tiene mucha aceptación social.
Y hablando de socializar, hay pocos instrumentos tan antisociales como el piano. El violín y la flauta traversa, en los que también incursioné, o me hicieron incursionar mejor dicho, también son antisociales, pero al menos si uno no habla es por un motivo más válido.

3.- Entre tantos jetés, pirouttes y demi plies vivo a los saltos, dando vueltas por todo; todo el tiempo y parece que nunca estoy a la altura de la situación.

4.- Por último, las canciones de María Elena Walsh me crearon una conformista idea que "el mundo del revés" es el sistema habitual por el que se rige el mundo normalmente, aunque contradiga toda lógica.

_______________________________

Con esta experiencia, para la educación de la princesita creo que vamos a hacer los siguientes ajustes:

1.- Con respecto al juego, vamos a reemplazar las hamacas por la trepadora

Y supongo que la palabra lo explica todo. Aunque así se te pueda ver "lo que llevás debajo de la pollera".

2.- En vez de piano, flauta o violín, aprendiendo a tocar éste instrumento:

o éste otro:

El primero por la descarga física en algo productivo, y con más margen de error, el segundo para que no crezca tan antisocial. Además creo que hay menos riesgo de dañar los conductos auditivos propios o de terceros.

3.- En cuanto la actividad física, en vez de danzas o gimnasia artística, natación, mucha natación. En esto tengo que reconocer que me educaron bien, pero yo no fui buena alumna. Me refiero (no sé si en todas las clases de natación es igual) que durante unos cinco o diez eternos minutos antes de poder entrar a la pileta, había que quedarse sentado en el borde haciendo "pataleo". Hoy me doy cuenta que tal vez para nadar no sirva demasiado agitar las piernas inútilmente, pero fuera de eso, en el mundo real para obtener algo sirve muchísimo más el frenético pataleo que la férrea disciplina adquirida en el mundo danza (y tampoco es que yo la haya adquirido, además)


4.- Por último, resumiendo todo lo anterior, y aunque el tango no sea santo de nuestra devoción, vamos a reemplazar la infantil "Me dijeron que en el Reino del Revés" por "El que no llora no mama..." y hasta por ahí está bueno enseñarle cómo sigue

viernes, 14 de agosto de 2009

Paris o The Simple Life


Vengo de una serie de días de esos que te hacen pensar que, aunque sin lugar a dudas y con la humildad que dicen que nos caracteriza a los porteños, la Ciudad de Buenos Aires sigue siendo el mejor lugar para vivir, no tiene mucho sentido seguir residiendo en este caos.

O sea, una de dos: Para vivir en el caos, al menos que sea en París, o en alguna ciudad del primer mundo, y sino hacer la gran Paris Hilton y Nicole Richie en The simple life e irse a vivir a un pueblo, sin celulares y sin tantas otras preocupaciones.

Por empezar no sé si habrán observado que hoy en día, en esta ciudad, en media hora no llegás a ningún lado. Ni siquiera caminando hasta la esquina. Cuando volviste a tu casa seguro ya pasó media hora. Con lo cual ir a un lugar mínimamente lejos te lleva hora y media, y eso ni siquiera te garantiza que no llegues estresado y maldiciendo semáforos, taxistas que conducen por debajo de la velocidad mínima permitida, conductores dormidos, peatones lentos que encima, uno no sabe cómo pero utilizan todo el ancho de la vereda. Entonces más que nunca te dan ganas de irte a vivir a un pueblo, donde, aunque quieras, es imposible llegar tarde a ningún lado.

Pero pensándolo un poco mejor, te consolás pensando que por lo menos si te llega a pasar algo (qué eufemismo tan odioso) contás con los mejores profesionales y adelantos médicos; porque de hecho durante dos días pensás que maravillosamente solucionaron casi todos tus problemas con un nuevo medicamento que te saca esos síntomas con los que estuviste luchando durante tanto tiempo. Hasta que te das cuenta que además de los síntomas, y unos cuantos duros del bolsillo, te quita también el resto de salud que te quedaba cuando al tercer día te da nauseas, al cuarto dolor de cabeza y al quinto palpitaciones junto con la sensación que debés tener la presión un poco más alta que el obelisco. Para colmo te ves inundado de farmacias, centros médicos, sanatorios, clínicas, hospitales y hasta aparatos automáticos con lo cual es muy difícil el arte de zafar de tomarse la presión. (Cabe aclarar que obviamente difícil no es imposible.)

Entonces te ponés a pensar que tal vez no estaba tan mal después de todo el médico que te recetaba Vick VapoRub, si era muy adelantado, y sino vahos de agua con sal perfumadas por algunas hojas de eucalipto.

Pero no importa, mientras uno tenga un acceso decente a Internet, cosa que en The Simple Life no debe ser tan fácil, uno termina por aguantar cualquier cosa. El problema viene cuando por quinta vez a lo largo del día dejás colgada a una amiga o casi te matás para llegar a atender el teléfono ansiosa de novedades y del otro lado te encontrás con el chico/a de nombre común y apellido más común todavía queriéndote vender una conexión a internet que ya tuviste y por algo diste de baja.

Pero, de nuevo, pensándolo mejor internet sigue siendo sumamente útil a la hora de ampliar tus horizontes culinarios. Y uno hasta puede encontrar una torta ad hoc para un segundo-primer cumpleaños. Pero resulta que ante tantas opciones, la torta que vos elegiste nunca es la misma que eligió tu madre; quien por supuesto termina ganando ("si vos no podés comer chocolate"... gracias a otra doc. "actualizada", vale aclarar) y si bien no se trata de ir hasta Villa Devoto también te lleva tres horas de tu vida. Entonces uno vuelve a desear vivir en The Simple Life, donde la variedad de tortas se reducen, como mucho a cuatro. Y todas salen bien y le gustan a todo el mundo.

Hasta que vuelve a la memoria por qué uno está cocinando para un segundo primer-cumpleaños, y al final terminás dando gracias de vivir en una ciudad donde hay cualquier cantidad de sanatorios, hospitales y médicos.

Además reconozcamos que llueve muchísimo menos que en París, hay un poco menos de gente en todos lados y nos bañamos mucho más seguido. El agua todavía sigue siendo más barata que en el primer mundo y que en la mayoría de los lugares Simple Life, así que aquí dejo de quejarme (solamente por lo que resta de esta noche)

domingo, 9 de agosto de 2009

Marcha Atrás

(O bajemos un cambio, aunque no tenga nada que ver con autos ni con conducir)



Hablando de médicos, de madres y de no ser tan terminantes; me retracto, un poco (y resaltemos el poco) de las dos entradas anteriores:

1.- Después de perder un bebé dos meses y medio desués de nacer me acabo de enterar que mi amiga Naty está embarazada. Ella y yo nos llevamos dos meses, y nuestras hijas también se llevan dos meses; y en lo que a familia se refiere allí terminan las coincidencias porque yo no sé si hubiera sido tan valiente. Y también terminan las coincidencias en otros ámbitos porque ella es médica. Por supuesto cuando escribí el post anterior me olvidé que pertenecía a esa logia, y obviamente no porque yo sepa algo de medicina para juzgar sus logros (y con lo poco que conozco, sé que son muchos) sino porque es tan buena persona que casi siempre me olvido de su profesión (y que conste que es uno de los mejores elogios que se me pueden ocurrir para felicitar a alguien)

2.- El nuevo neumonólogo al que estoy viendo es muy piola. El tiempo dirá si es buen profesional también; pero por ahora parece muy coherente. Y hasta ahora no me ha retado por nada tampoco. Para ser el doc. perfecto le faltaría ser un bombón (tampoco está tan mal) pero es que creo que a los neumonologos les está prohibido ser muy lindos. No es cuestión que te quiten el aliento.

3.- Si bien no me gusta que me saquen un pelo o que me dejen de marca un puntito cuando me sacan sangre, hubiera bendencido a aquel profesional de la salud que me sacara la vesícula biliar y los órganos adyacentes también si hacía falta. Qué dolor, por Dios!

4.- Cabe destacar que mi madre, aún con todos sus defectos, por trigésimo cuarto año consecutivo me homenajea por el día del niño. Aún cuando ya hay más niños cercanos y muy cercanos a quienes comprarles regalos en éste día. El agradecimiento en realidad va a ambos padres; pero en la práctica a mi papá no lo veo eligiendo colores, talles y modelos. Eso sí, las tarjetas siempre las hace él.

Y hablando del día del niño, además de saludar a quienes lo son, o a quienes se siguen considerando tales (aunque sea para recibir presentes; y no los de las clases precisamente) el origen poco conocido de por qué en éste país se celebra en ésta fecha:

Resulta que a los comerciantes dedicados al rubro de la juguetería les costaba hacer cerrar los números durante el mes de agosto. Aclaremos que era la época que a los chicos se les compraban juguetes únicamente para los cumpleaños, navidad y/o reyes. Entonces quitando éstas dos últimas celebraciones, con fecha inamovible, se dieron cuenta que muchos chicos cumplían años (por lo tanto, habían nacido) en los meses de primavera, con el pico máximo entre octubre y noviembre. Por supuesto esto no respondía tanto a que los jóvenes matrimonios (en ésa epoca casi todos debían ser matrimonios) pensaran en la primavera como una estación muy romántica y acorde para recibir a su pimpollito, sino que los nueve meses anteriores a la primavera coincidían con los meses de verano; las vacaciones y lo demás ya lo saben; o se lo pueden imaginar muy bien.
Entonces se les ocurrió inventar un "día del niño" durante el mes financieramente más gélido para el sector; porque en propoción nacían y cumplían años muy pocos chicos, y la facturación venía en picada.
La estrategia de que fuera el primer domingo del citado mes estuvo mucho mejor pensada que el día del padre o de la madre, que para el 3º domingo los sueldos ya están bastante menguados, y resultó efectiva durante muchos años, hasta que se hizo costumbre esto de cobrar después del día 5; con lo cual hace unos 16 años que lo pasaron para el 2º domingo. Esperemos que no lo tengan que pasar al 3º o hacerlo desaparecer directamente. Si seguimos por éste camino, mucho no debe faltar.*

*No pude encontrar la fuente. Creo que era de la última página de La Nación, pero vaya uno a saber de qué fecha, y el buscador avanzado mucho no ayuda. Si la encuentro o alguien la encuentra, la cito.

jueves, 6 de agosto de 2009

Otra de médicos

Mi lamentable relación con los profesionales de la salud creo que es bastante conocida. Ahora es oficial: los detesto profundamente.

Cuando estás bien siempre te inventan algo y cuando tenés un problema o te quejás de algo no te encuentran nada. ¿Para qué existen entonces?

Hasta ahora la única que se venía salvando era la pediatra de MC.

"Hasta ahora..." bueno, estoy exagerando un poco-bastante, como en general con todo lo relacionado con MC.

No, la pediatra no está menos simpática, ni más exigente, ni nada por el estilo. Nada que ver. Pero en definitiva, en el fondo, sigue siendo médica y a eso no hay con qué darle.

Casi un mes más tarde de lo que deberíamos, fuimos todas orondas al famoso control de los tres años. Y digo así "todas orondas" porque a pesar de todo (ese "todo" es 90% la madre que le tocó a la pobre criatura) la miro a la peque y por una vez no me importa hincharme tres o cuatro veces.

Es que está gigante, pero enorme en serio, habla hasta por los codos y se le entiende casi todo, está casi siempre de buen humor, es muy simpática, los pañales hace un año que son un recuerdo, come cualquier cosa que le pongas en el plato, incluido el plato si la dejamos, camina bien, sube las escaleras alternando los pies, razona con bastante propiedad (aunque seguramente no lo aprendió en esta casa porque no tenemos esa sana costumbre), hace rato que sabe desvestirse (aunque no hace lo contrario, pero no sé si por falta de conocimiento, de habilidad o simplemente de ganas), canta mejor que yo (convengamos que ésto último no es muy difícil, pero todo un logro para 36 meses), dibuja garabatos que ya van pareciendo humanos, y no sé cuántas cosas más que debería estar haciendo y efectivamente las hace... bueno, perdón, cada tanto me agarra el orgullo maternal y no me para nadie.

Entonces, como venía diciendo, por una vez voy tranquila a un médico, bueno, de mi hija, pero por algo se empieza; sin ningún motivo para preocuparme y recordando esos lejanos días hace exactamente tres años, cuando íbamos cada tres días y el peso en vez de ir para arriba caía en picada.

Pero no. Veamos:

Primera lanza envenada directa al corazón: "¿Tan poco fue al jardín?" (Por obvios motivos obvié aclarar que si es por mí iría aún menos, o no iría en absoluto). Cabe destacar también que si le hubiera ido con la pediatra dos veces por semana por una peste distinta cada vez la recomendación hubiera sido exactamente la contraria.

Número dos "tampoco hay que apurarla o estimular demasiado". ¿Apurarla? ¿Justo yo que todavía no se me pasó la emoción que se largara a gatear?

Pero bueno, en definitiva, son detalles. Lo peor y que viene a cuento para esta entrada fue cuando la pesa y la mide, y dictamina:"Creció demasiado".

Bueno ¿con cuánto se conforman ustedes los galenos que voy a casa y la hago crecer exactamente eso, ni medio centrimetro ni medio gramo menos , pero ahora resulta que tampoco más!!!

Por suerte, desproporcionada no está, pero igual, por una vez que estaba contenta en mi vida me tiene que venir a preocupar, que no hace falta que me den demasiada letra para eso.

En fin. Nos mandó a hacer unos análisis para ver que no le esté faltando nada, que puede ser probable habiendo crecido tanto y tan rápido.

Así que a vos, sí a vos te digo, que no sé quién sos ni vos mismo/a debés saberlo, pero que pronto le vas a sacar sangre a MC. Mucho ojito. Mucho cuidado cómo la pinchás, mucho cuidado si llega a dolerle mucho, o la hacés asustar o le sacás medio milímetro cúbico más de lo estrictamente necesario. No, no pongas de excusa que no me vas a reconocer porque si leiste hasta acá más o menos te habrás dado cuenta de mi caracter, y sobre todo, entenderás por qué te digo que tengas muchisimo cuidado.

Gente que no tiene hijos, o que tiene hijos sanos, puede darme con un palo virtual por la cabeza.

Gente que tiene hijos que estén enfermitos, pueden darme con un palo real por lo cabeza; ya lo sé de sobra, estoy haciendo un escádalo por nada y en el peor de los casos le puede faltar alguna vitamina, calcio, hierro, o algo por el estilo que se soluciona bastante fácil. Pero no lo puedo evitar, ni me puedo imaginar lo que se debe sufrir al lado de un hijo enfermo.

Sé que son un mal necesario, pero aún así no puedo dejar de detestar a los médicos; o al menos salir contenta alguna vez de un consultorio.

Para finalizar, nada que ver, pero quería explicar el detalle de la imagen. No, no leí el libro. Solamente puse en el buscador de imágenes "medicina enferma" y simplemente salió esta portada, así, de una, y varias veces. Me pareció muy adecuado para ilustrar el post (aunque es medio exagerado, de vuelta, ya lo sé!) y ahora me dan muchas ganas de conseguirlo y leerlo (y por qué no, regalarselo a algún profesional del sector)