jueves, 28 de abril de 2011

Collage



"Tiene los ojitos de papá, la naricita de mamá, el cabello de la abuela, las manos del abuelo, los hoyuelos de la tía, la boca de la otra abuela"

Calculo que debe ser inevitable que mientras tengamos la fortuna de seguir siendo hijos, nietos, sobrinos, hagan de nosotros un collage de los rasgos físicos de todos los miembros de la familia que nos preceden.

Pero como es algo bastante aburrido a mi juicio, me puse a pensar en el collage que puedo ser de otro tipo de características

Mi tía Ana desde que aprendí a leer, e incluso antes, me inició en las artes de disfrutar la revista Hola! Con pocos años ya conocía los miembros de las principales casas reales eurpeas, (incluso falté al jardín el día que se casó Lady Di para verlo por la tele) vivía como una historieta por entregas lo que iba pasando con diversos personajes (de la nobleza o farándula indistintamente, pero casi siempre europeos, valga decir, completamente desconocidos): se ennoviaban, se casaban, tenían hijos, y unos números más tarde se separaban, sin olvidar eventos menos importantes como mascotas nuevas e incluso visitas al dentista. La única desventaja es que no entendía por qué vivíamos en un país tan aburrido donde no había reyes, ni condes, ni duques. Claro, faltaban algunos años para que las primeras damas se vistieran con los mejores modistos nacionales y otros tantos para que la señora presidenta tuviera más zapatitos que cualquier princesa y más birkin bags que todos los miembros femeninos de una casa real... y también para que pretendan eternizarse en sus puestos como miembros de la realeza.

Mi tía no dejaba de instruirnos sobre la superioridad de esa publicación sobre las nacionales, lo que es bastante curioso dado que por aquella época la revista Gente por ejemplo era un tanto más periodística que en la actualidad y casi no se veían descerebradas con poca o ninguna ropa (ya parezco de 80, me hago cargo). Podrán imaginar lo que opinaba de la revista Caras cuando hizo su aparición (copia barata fue lo más benevolente).
Aunque desde que falleció mi tía fueron pocas veces las que volví a tener una revista "HOLA!"en mis manos (casamientos de príncipes, supongo) ahora estoy entendiendo por qué tengo una tara especial para recordar nombres, caras, romances y ocupaciones varias de las figuras faranduleras nacionales de turno.
Y sí, si están pensando que me voy a comprar la Hola original después de la boda de Kate y Willie están pensando bien, no importa que cueste como un libro.

Por otro lado, todos dicen que uno hereda siempre una virtud de su madrina. En mi caso, si a alguien le debo mi buena memoria (o lo que queda de ella) es a mi tía-madrina. En fin, cuentan que hasta cerca de los 40 años siempre estaba en tratamiento para engordar. Y bueno, se ve que o tengo mala suerte o no la heredé porque no era tenida como virtud.

De mi abuela materna heredé la pasión por la lectura, especialmente la lectura a altas horas de la madrugada. Claro, mi abuela tenía cinco hijos, así que si no era en las altas horas de la madrugada no sé cuándo iba a ser, pero se ve que algo de genético tiene.

Toda la familia, e incluso conocidos que no son de la familia, señalan el parecido que tengo con mi abuela paterna en cuanto a la felicidad que nos producen las compras. Desde el supermercado hasta el shopping (en su época eran más bien tiendas por departamentos, en los años dorados de Harrod´s y Gath & Chaves)

Por las historias que me llegaron, creo que todo lo reservada que puedo llegar a ser vino de mi abuelo paterno. Me hizo mucha gracia cuando escuché que había temas de los que prefería no hablar y era tan evidente que la gente, incluso su familia, habían dejado de preguntarle siquiera. Me sentí muy identificada con eso de dar miedo sin tener la menor idea de cómo hace uno a veces para dar miedo.

De mi abuelo materno no sé si heredé algo. Se me hace dificil darme cuenta desde el momento en que dejó de ser de carne y hueso mucho antes que yo naciera para transformarse en algo así como un prócer. Supongo que tendría defectos, como todo el mundo, pero llegué tarde para escuchar esa parte de la historia y como suelo identificarme más con los defectos que con las virtudes, de momento me queda vacante. Lo que sí puedo decir es que tanto escuché hablar de él cuando era chica que veía muy injusto no haberlo conocido. Hoy creo que me produce más curiosidad precisamente haberlo conocido como persona y no como santo, pero ya es otra historia.

Me da miedo hasta reconocerlo, pero muchas veces creo que como mamá me estoy pareciendo mucho a mi suegra. Da miedo, aunque María Clara debería estar feliz... eso en cualquier momento menos ahora que todavía me quedan dos días enteros de receso de otoño y ya no sé muy bien qué más hacer con la criatura, especialmente cuando uno no se toma vacaciones junto con el colegio. No hacía ni dos meses que habían empezado a ir cuando llegó Semana Santa en el medio hubo otros dos feriados dobles... de qué pueden estar cansados estos niños?

Ah, por si no se dieron cuenta, me quejo igualito que mi madre. Y al igual que mi padre tengo tan infinito amor como limitada paciencia con mi descendencia.



miércoles, 6 de abril de 2011

Probabilidad de tormentas


O eso espero.
No, no soy sojera (si lo fuera, creo que no estaría escribiendo este post) y más que una probabilidad es un deseo. Digo, hace tantos días que siento que por acá está todo nublado, que sería bueno una tormenta que limpie un poco.

No sé si alguna vez lo dije por acá, creo que sí, pero para el caso, repetir es gratis: si hay algo que me pone de mal humor es no encontrarle una explicación a las cosas. Y como ando medio depre desde hace unos días me puse a buscar razones, a ver si alguna se adapta para ser señalada como las responsable

Veamos las que fui encontrando hasta ahora.


1.- Aunque trabaje menos, me canso lo mismo (o más)

2.- Ya no me fanatiza casi nada. Ni siquiera digamos que me guste mucho. Podría ser entrar a una librería, pero en general llevo a MC y no es lo mismo. O no tengo tiempo, o estoy cansada y no me gusta nada.

3.- Descubro un achaque nuevo cada mes. Y los viejos vienen de visita más seguido

4.- Me estoy volviendo más cauta con el dinero. Esta es mi quinta elección presidencial, y la primera vez que me digo "mejor esperar a ver qué pasa en las elecciones"

5.- El otro día releía las memorias de Silvina Bullrich y me encontré con la crítica que le hace a Freud: Que si a los hijos les pasan cosas malas es culpa de la madre, y si obtienen cosas buenas es por mérito propio (perdón, creo que también ya lo mencioné alguna vez, ando repetitiva). Lo malo es que me vengo a enterar de esto siendo madre, cuando a mí, mis padres me habían inculcado lo contrario: lo bueno mérito de ellos; lo malo responsabilidad propia. ¡Justo a mí me tiene que tocar que me pase una generación por encima!



6.- Vengo pensando mucho en lo siguiente: para la mayoría de la población mundial la ecuación es más o menos la siguiente: cuando tenés tiempo, no tenés dinero. Cuando tenés dinero, no tenés tiempo. En general vienen en ése orden; y en este país, llegado el momento de jubilarse de vuelta tenés tiempo y no tenés dinero. Sí, ya sé, peor sería no tener ninguna de las dos cosas. Y como tengo muchos defectos, pero engañarme a mí misma no es uno de ellos, sé bastante bien que si tuviera plata y tiempo a la vez al mes, o dos meses a lo sumo, estaría aburrida otra vez. O me daría culpa, o miedo de no estar haciendo algo productivo. Sí, es como si creyera en los reyes magos, pero uno todavía piensa que trabajando nunca te va a faltar nada.

7.- Adoro la sensación del deber cumplido. Pero cada vez odio más cumplir el deber. Y no encuentro nada que se parezca a la satisfacción del deber cumplido pero no cueste tanto. Vendría a ser algo así como una satisfacción del deber cumplido pero sintético, o en pastillitas.

8.- Aunque trabaje lo mismo, o más, la plata alcanza lo mismo o menos... bueno, de esto le puedo echar la culpa al gobierno, no?


Y mejor terminamos acá porque me doy cuenta que además de mala onda, estoy bastante reiterativa.