miércoles, 30 de diciembre de 2009

Fin y Principio


Esta entrada
se viene como el balance de 2009,
haciéndole honor al nombre del blog...
a la que te criaste


Este año, sin ninguna intención de mi parte, el blog pasó a ser casi semanal.
En mi defensa debo decir que, subjetivamente hablando, no es que yo escriba menos, sino que el tiempo pasa cada vez más rápido.



Será por éste motivo que éste año se me complica mucho hacer un balance. Sencillamente no me entra en la cabeza que éstos últimos doce meses, 52 semanas + 1 día, 365 días o como quiera que lo llame, constituyan un año. Se me hace raro.
Más raro no poder ponerle un nombre a éste año que termina. No sé si fue bueno, malo, mediocre, masomenos, intenso, aburrido... tampoco sé por qué o ni siquiera si es tan importante hacerlo.
A nivel laboral me fue bastante mejor que el año pasado. ¿Suficiente? Para nada. A nivel familiar también mejor que el año anterior. ¿Conforme? Ni ahí (familia querida, sepa disculpar... es el típico "no sos vos, soy yo"). ¿Más feliz?... qué pregunta... creo que sí, pero ni yo sé bien (sí sé que si no lo sé yo, no sé quién lo va a saber...)
Al menos supongo que 2010 no vendrá tan confuso como 2009, o se va a tener que esforzar mucho para hacerle la competencia.
Creo que con eso cierro balance 2009 y que cada quien saque sus propias conclusiones, aunque me da bastante miedo autorizar a los demás a que lo hagan.

El tono de éste balance se extiende hacia los deseos para el año nuevo. En el fondo soy una ilusa nata, así que nunca dejo de esperar cosas buenas (y será por tanto esperar que nunca me terminarán por pasar) pero más auténticamente, o al menos basada en los 33 años anteriores (o 30 pongamosle, desde que tengo memoria más o menos) siempre en el transcurso de un año hay, por ejemplo:
1) por lo menos un día que desearíamos que no hubiera existido en el calendario,
2) algún conocido que se va a ir para no volver,
3) alguna decisión equivocadísima que hace que desearíamos más que nada en el mundo que existiera un botón "REW" para la vida y
4) tiempo perdido que nunca vamos a recuperar.

Aún así, esperemos que de lo primero haya uno sólo, tanto como para distinguir "dicha de quebranto" como decían Violeta y La Negra (cromática la cuestión de agradecerle a la vida).
De lo segundo que sea el primer año que se pueda evitar, o siendo más egoísta, que no nos toque muy de cerca.
De lo tercero aprender a aprender de eso en vez de seguir castigando nuestra cabeza contra la pared (que además ésta última pobre no tiene la culpa).
Y sí evitar lo último, que es lo que realmente está en nuestras manos, aunque como venía diciendo al comienzo de la entrada, es lo más dificil porque se nos va de las manos cada vez con mayor velocidad.

En otro orden de cosas, vengo leyendo mucho "Feliz 2010" y de hecho yo también pensaba, y bueno, un año más como cualquier otro.
¿Acaso nadie se da cuenta que cambiamos de década? ¿Será porque es la década del "0" y pareciera que no existe o que todavía estamos obnubilados con eso del 2000 (¡y del Y2K!) que esta pobre década del "10" entra tan desapercibida pobre. Es un poco confuso, tal vez empiece en 2011, pero al menos se nos fue la época de poner los dos huevos juntos siempre que escribamos el año entero.
Así que, y a pesar de todas las reservas expresadas más arriba acerca de ser más realistas en el año que comienza, les deseo a todos muy feliz año nuevo y una excelente nueva década.


martes, 22 de diciembre de 2009

Creencias


Cuando yo era chiquita, como MC o apenas mayor, tenía algunas creencias. Muchas mejor dicho, pasa que seguramente de la mayoría me olvidé. Y no estoy hablando de las creencias prefabricadas, del estilo de Papá Noel, los Reyes Mayos, el Ratón Perez, que si te tragabas un chicle te crece una planta en la panza o que a los bebés los traía la cigüeña desde París.

Me refiero a aquellas otras, más bien fabricadas por uno, seguramente con ayuda o consentimiento de los demás, pero sin duda más auténticas... y mucho más locas!

Por ejemplo, pensaba que los Peugeot 504 eran autos enojados, o cuanto menos, amenazantes. Que los abogados eran ex ahogados y el hecho de haber pasado por una experiencia tan traumática les daba autoridad para ayudar a la gente con sus problemas. Que al dueño del mercado (que no era chino en ése entonces) en realidad no le hacía gracia que nos lleváramos tantos productos por un magro montoncitos de billetes. Encima muchas veces además de la mercadería nos entregaba una pila más grande de billetes que la que nosotros le habías entregado. Pensaba que estábamos desplumando al pobre hombre y que éste veía con lástima cómo lo despojábamos de sus pertenencias. También pensaba que hada madrina era una ocupación como médico, maestra o electricista y no entendía por qué la gente no estaba interesada en seguirla. Creía que los cassettes (supongo que todos lo recuerdan) se grababan de a uno por vez y que para comer carne no hacía falta matar a nadie, se le quitaba ésa parte que luego al animal le volvía a crecer.

También creía que el 21 de diciembre era el día más largo porque traía más horas; no porque tuviera más horas de luz; y viceversa con el 21 de junio.

Hoy, treinta años después considero que en realidad es probable que el 21 de diciembre en realidad traiga alguna que otra horita extra porque es increíble la cantidad de cosas que uno es capaz de resolver en un día a ésta altura del año. Y también aclarar que deberían ponerle alguna hora de yapa aderde porque la verdad es que igual el tiempo no alcanza.

Ya que estamos hablando de creencias, hace años que creo que algún día voy a lograr irme de vacaciones en diciembre, zafar de reuniones y fiestas de compromiso y tan sin sentido, de las maratónicas sesiones de compras para estar presentable en éstas últimas y de una lista de obsequios que parece que le pasara lo mismo que lo que creía que le pasaba a la vaca en mi más tierna infancia: tachás uno, vuelve a crecer por otro lado.

Tanto me estresé este año que ya ni me importa qué me regalen o que lo hagan o no. La verdad es que mi satisfacción viene por el lado de los tres regalos que compré hoy que me encantaron (y no para mí, sino porque estoy disfrutando lo que van a disfrutar cuando los abran). Es super lindo saber qué regalar, y super estresante hasta que lo conseguís... eso sí mis piecitos lo pagaron caro (tanto que se premiaron otro par de zapatos... tampoco son tontos! o no confían demasiado en que serán recompensados por los demás tanto como ellos se esforzaron).

Pero hablando en serio, el hecho de que algún día pueda disfrutar de un mes de diciembre tranquilo y de fiestas relajadas, será solamente una creencia de la misma naturaleza que las que tenía de pequeñita?

viernes, 18 de diciembre de 2009

Jardin de infantes... y otras hierbas


Podría publicar una hermosa y colorida entrada describiendo el acto de fin de curso. No lo voy a hacer principalmente por el siguiente motivo: este espacio surgió por la necesidad de decir algo original de vez en cuando, y con la objetividad e imparcialidad que me caracterizan, especialmente como madre, no hay ninguna novedad ni sorpresa en informar que María Clara fue la estrella absoluta del evento. La más linda, la más graciosa, la más brillante, la que mejor actuó, la que mejor se portó, la que tenía el disfraz mejor hecho (aunque todos los haya hecho la misma modista), las ballerinas más lindas, y la más, más, más... lo que se les ocurra. Por supuesto en eso no hay ninguna novedad, ya se sabía. Que tal maravilla sea hija de quien suscribe es una pura y casual coincidencia.

Esta vez las novedades no estuvieron del lado del jardín, sino de lo que podríamos denominar las hierbas. Las otras hierbas, o yerbas (no quiero usar éste porque desde el momento en que no simpatizo mucho con el mate, lo haría peyorativo en sí) se componen del público presente, y lo que puede inferirse de él.

Por empezar, a pesar de todas las reservas que pueda tener respecto de las maestras jardineras, debo reconocerles dos cosas: la primera es la más importante y es que se nota que los chicos están muy cuidados y contenidos por ellas, porque a diferencia de lo que recuerdo de mi propio paso por el jardín o de lo que escucho de otros, no hubo ni un sólo nene que no quisiera subir al escenario o lo hiciera llorando, y multiplicado por alrededor de 100 nenes, es mucho decir. Por otro lado, si es que estas nobles mujeres eligieron su profesión porque después de dos o tres años de jardín (que es la cantidad de salas que se estilaban hace veinte-treinta-cuarenta años) aún se quedaron con muchas ganas de saltar en un escenario vestida de conejo o cantar canciones infantiles, hay que reconocer que encontraron la forma ideal y socialmente valorada de poder hacerlo; a diferencia de padres, abuelos y tíos que se desquitan haciendo lo mismo (o casi) fuera del escenario. No exagero, una hasta las orejas de conejo tenía.

Siguiendo con las otras (o directamente malas) hierbas, imaginen si multiplicamos la cantidad de alumnos por padres, abuelos, tíos, padrinos, primos, amigos, etc. Es un número considerable, tanto que conseguir ubicación para todos era prácticamente una misión imposible. A esta altura, todavía no entiendo cómo las autoridades del colegio no calcularon que gran cantidad de éste público no necesita asiento porque a pesar de reiteradas y amables solicitudes de silencio y orden siguen parándose a bailar al ritmo de música circense como si el objetivo fuera llamar la atención de sus hijos actuando sobre el escenario y no al revés. Señora mamá: ya sabemos que es muy aplicada, podemos apreciar que ya adquirió la capacidad de saltar en un pie y aplaudir al ritmo de la música, nos dimos cuenta que se aprendió toda la letra del concert aunque su pronunciación en inglés sea tal que no le vaya a ayudar a su crío en el futuro escolar, pero en cualquier caso, por favor, no le robe cartel a su hijo!

Otras malas hierbas que asfixian al público: Los padres digitales. Recuerdo la primera vez que viajé a un destino turísticamente internacional, en la era previa (muy, muy previa) a las cámaras digitales, lo que más nos había llamado la atención a mi hermana y a mí era ver a los japoneses, cuya ocupación no parecía ser pasear, sino sacar fotos y filmar. Con mi papá llegamos a la conclusión que en vez de viajar por placer, a los japoneses en realidad les debía resultar indiferente o hasta lo llegaban a padecer, pero hacían el sacrificio con el único objetivo de obtener fotos para deleitarse después.
Eso mismo sospecho de ésta generación de padres. ¿Tan poco confían en su retina que tienen que grabar hasta el discurso del nieto de uno de los primeros alumnos del colegio? (y eso que, hablando de retinas, la miope soy yo). Los nenes de esta generación van a necesitar otra vida para ver tantas fotos y tantos videos, si es que algún día les interesa hacerlo.

Sumando las dos situaciones anteriores nos encontramos con que tanto te preocupás por tranquilizar a tu vástago frente a esa situación nueva y caótica: "Cielo, mirá voy a estar en la tercera fila, al lado de papi, de los abuelos, de la tía...." cuestión que si le llega a agarrar pánico escénico sepa para dónde enfocar, o si quiere valorar cuánto brilló sobre el escenario lo mismo. En cambio el 80% de los pobres nenes se van a encontrar con su madre y/o padre embelesado no mirándolos a ellos sino su camarita (¿para qué verlo en vivo y en directo si podés hacerlo a través de un mini pantalla de, con suerte, 2.7 pulgadas?) o enajenado cantando, bailando y haciéndole la competencia.

La verdad es que si yo no los soporto ni un ratito, no me quiero imaginar las pobres docentes. Otra vez, mil y mis felicitaciones para ellas. Ahora, visto y considerando el público asistente, una sugerencia: ¿Sería muy difícil que cada nene además de su disfraz porte también un cartelón con su nombre, apellido y filiación completa? Así entre 15 tigres o 25 payasos uno puede distinguir más o menos al nieto, sobrino, hijo de, hermano de compañeritos, etc; y de paso evitamos los cotorreríos en sus diversas variantes:

- Estilo indicativo (en general se da de mujer a hombre): "Mirá a Irina... es la tercera desde la derecha... no, esa no, la tercera te dije... ahora es la segunda desde la izquierda... sí, la que tiene un rulo sobre la frente... y el lunar!!! no te das cuenta! esa... la está disfrazada de payaso" (junto con otros 19 payasitos)
- Estilo biográfico (favorito de las abuelas, tías abuelas, y señoras grandes en general): "Ese es el sobrino nieto de la amiga de Rosalba... no, no de la hija que es cardióloga, sino de la arquitecta... sí, esa que cuando era chica bizqueaba, pero después de grande se puso linda... sí, ella, pero no, al final no se casó con el belga, qué desperdicio... al chico lo tuvo con un empleado del padre, un vivo... no sé creo que ni siguen juntos... qué rico el nene"
- Estilo "selección de embriones" (específico de familiar con pretensiones desmedidas) : "¿Te parece que el de la punta es Laureano? no, seguro que no, el hijo de mi sobrina es más alto, y más rubio, y más flaco... además es super inteligente, no lo pondrían en la punta, ahí ponen los que no hay forma que aprendan la coreografía, Laureano es el medio, mirá bien... si el protagonista, seguro es ése" (y, vaya casualidad, todos los familiares que se pueden permitir un grado de duda, se agencian como parientito al nene del medio, tanto disfraz ayuda y mucho)

Cerrando el capítulo de malas hierbas, brevemente recordemos algunos modales que no son del todo adecuados para subir al escenario para acompañar a tu hijo de cinco o seis años que termina jardín:
- Ir en short, aunque sea o de Escada, no va;
- Quedarte en primer plano en plan sesión de fotos para revista Chacra cuando ya llamaron al nene que sigue no va,
- Cargar tus pestañas con tres litros de rimmel sabiendo que vas a llorar como si tu hijo en vez de terminar preescolar hubiera repetido, no va;
- Vestido de fiesta no va (los únicos autorizados para disfrazarse eran los nenes, se sabe)
- Subir con tu bebé de meses que llora como un descosido no va (especialmente cuando convocaste a toda la familia con hasta cinco grados de parentesco);
- Ombligo al aire, aunque haga calor y vayas a parir mañana, no va;
- Ponerse a filosofar sobre los beneficios de la toería piagetiana o cuánto bajó el merval, total a tu hijo ya le dieron el diploma, no va;
- Enviar sms mientras esperás que llegue el turno del tuyo, tampoco.

Llegado a éste punto es una suerte, y no ya sólo para mí, que no haya otro acto tan multitudinario hasta dentro de un año.

Pero reconozco que en el fondo soy humana, y si tuviera otro carácter seguramente me hubiera llorado la vida, y otra media más también. Por las dudas, no usé rimmel.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Son cosas mías

Hoy, como soy una paciente sumamente obediente (?????) cumplí con lo que, espero, sea la última cita médica de 2009. A 24 días que termine el año, tampoco es ninguna proeza.
Como a medida que uno envejece se va pareciendo cada vez más a su familia, obviamente no escapé al mandato familiar de los cálculos en la vesícula.

Hoy bajo coacción de la doc fui a ver al cirujano. Al menos no soy como un tío mío que el cardiólogo le dijo "Si no deja de fumar no venga más a verme", y dicho y hecho, no fue más a verlo.
Entonces la doc me mandó a ver a este equipo de cirujanos, "todos divine" así tan fashion como su forma de hablar.

Para ellos, una rutina. Pero si bien ellos tendrán en su haber chiquicientas vesículas biliares, yo tengo una solita y supongo que el de arriba, la evolución o quién sea, si puso un órgano ahí es porque alguna función cumple; más que entretener cirujanos.

Porque dicho sea de paso; uno de los motivos por el que quieren operarme es sencillamente "nos encanta operar" (ven mucho Grey´s Anatomy éstos muchachos parece). Sí vale, me encanta que les encante su laburo, pero en lo que a mí misma respecta sería mejor que con esa actitud fueran cosmetólogos o masajistas (aunque la verdad es que tampoco me gusta mucho que me toquen).
Además se ve que les encanta mucho más operar después de año nuevo. Con lo cual esperan que encima de todo uno pase las fiestas con una dieta a base de hinojo, escarola y rúcula sin condimentar, gelantina y té con limón. No es justo.

Para terminar de embarrarla "ya que estamos, te operamos también del reflujo" y ante mi mirada de asesina serial en situación de larga abstinencia agrega con cara simpática "si total vos vas a estar dormida".

Y en ése preciso momento tomé nota mental de retrucarle a la doc cuando la vuelva a ver (si es que lo hago, claro) "y a mí qué me importaba que los cirujanos sean divine si yo voy a estar dormida".

Pero un dato importante obtuve de la consulta, no lo voy a negar: ya sé mi fecha de caducidad. Aparentemente será entre 2056 y 2059. Al menos si nos dejamos guiar por el comentario de "¿y por qué no te querés operar? De 80 años que vas a vivir, querés estar otros 50 tomando medicamentos para el reflujo?"
La verdad es que desde un tiempo a ésta parte tengo la sensación cada vez más fuerte de que no voy a llegar a muy viejita, pero de ahí a que venga otro a ponerte fecha de vencimiento hay un trecho nada despreciable.

En el fondo, y más aún recordando que hoy hace exactamente dos años que empezara mi crash-boom-bang a nivel salud, debo agradecer que en definitiva se trate "de rutina". Pero poniendo las cosas en perspectiva (la mía, por supuesto) digamos que a mí mi dedo me interesa mucho más que cualquier otra cosa sorprendente, impresionante o enorme que pueda encontrar un cirujano. Y sólo porque es mío.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Todavía no te fuiste y ya te extraño


No, no hablo del marido, sino de una serie de costumbres para los porteños contemporaneos en 2009:

- Visitar el super e irte con los productos en la bolsita sin tener que llevarla desde casa ni pagarla.
- Comprar medicamentos de venta libre en casi todos lados y sin tener que pedirlos al farmacéutico. (algo imprescindible para una persona tan adepta a la automedicación y con menos diez de tolerancia al dolor).
- Bajar desde música, hasta libros, películas y series sólo con el abono de la banda ancha.
- Bañarnos hasta que se nos arruguen los deditos , lavarnos los dientes con el agua corriendo (todo con un abono según metros cuadrados y con una tarifa de metrogas que era el único servicio con tarifa razonable).
- Tirar la basura toda en la misma bolsa, y poder sacarla todos los días para que se la lleven.
- Usar lamparitas incandescentes a libre albedrío sin someter a nuestros fatigados ojitos a la tortura de las de bajo consumo.

Sí, ya sé, parece que tuviera cero conciencia ecológica, pero es tan cómodo (y aparte bolsas de papel en el super tampoco nos van a dar)

Soy malísima haciendo futurología, pero me da la impresión que falta poco para que todas estas cosas pasen a formar parte del "te acordás cuando..."