miércoles, 26 de febrero de 2014

Tiempo



Tiempo sin andar por acá.  ¿Qúe me pasó?  Nada.  De hecho no puedo creer que hace siete meses que no publico nada, para mí no pasó tanto tiempo.
O quizá pasó bastante cansancio y también bastante ombligo.  No, no el de la naranja y tampoco el de rascarse.  Sino tiempo de estar con uno mismo.  Leer mucho e ir mucho al cine.  En ese orden (el año pasado leí y este año me la paso en el cine; aunque la pasión por el cine ya había dado sus primeros indicios el año pasado y este año sigo leyendo bastante).
Si nos dejamos llevar por el calendario escolar el concepto de tiempo creo que es más confuso aún. Resulta que uno manda a sus hijos a la escuela para que adquieran algo de sabiduría.  Pero paradójicamente, lo mejor que les puede pasar a los niñitos argentinos actuales es, precisamente, no saber.  Bueno no tanto, pero resulta que al menos en casa la indignada de que empezaron las clases tan pronto y que hubo tan pocas vacaciones soy yo, no María Clara.
Tal vez dos meses de vacaciones no suenen a tan poco; pero yo hacía la siguiente cuenta:  María Clara terminó las clases el 20 de diciembre (al menos oficialmente aunque la ultima semana fue de acto, reunion, entrega de informes, etc) y comenzó nuevamente hace una semana, el miercoles 19 de febrero.  En mis buenas épocas, las clases podían terminar un 25 de noviembre.  Con lo cual sería como si alguien hubiera osado a volver a encerrarnos en el aula un 24 de enero.  ¿Loco no?  Más si pensamos que las clases podían empezar hasta un 14 de marzo.
Pero como ella no sabe, ni que en nuestra época teníamos más vacaciones, o que debería ser ilegal estar encerrado en una escuela en el mes de febrero poco le importa.
Para el caso, cuando empecé primer grado yo tampoco sabía que uno no debería empezar a ir ocho o nueve horas seguidas al colegio en primer grado desde el primer día para horror de las actuales concepciones pedagogicas que no conciben el comienzo de un nuevo ciclo sin un adaptation period.    Otra vez de vuelta los padres al aula (por suerte sin necesidad de sentarse en una sillita mini... o no tanta, siempre queda algún mimozón), presentaciones, reencuentros y al rato a casa. Ni que en segundo grado uno debe aprender a ir solo todo el día, porque nunca antes lo habían hecho.
Pero pensándolo bien, claro que a los chicos no les iba a importar volver a la escuela tan pronto.  ¡Si es casi como si no hubieran vuelto!

Y para cerrar una entrada tan poco académica, voy a hacer un comentario menos académico todavía (sí, todavía se puede más): El uniforme a MC le queda precioso, creo que más lindo que aún más lindo que el año pasado (y eso que yo no doy dos mangos por ese uniforme...  definitivamente debe ser la niña que lo lleva nada más)