jueves, 29 de diciembre de 2011

Sin rumbo

Si yo fuera una persona...  digamos normal, hoy probablemente publicaría una entrada parecida a esta:



Gané, gané ganeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!
Me aprobaron el proyecto!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Vivaaaaaaaaaaaa!
Siiiiiiiiiiiiiii!

Etc, etc, etc (se darán cuenta que no sé escribir entradas así)


___________________________________________________________________

Bueno, pero como no soy normal, si es que existiera alguien normal, claro (cosa que yo no creo en verdad) la  entrada tiene otro tono más bien.

Sí, lo de mas arriba es verdad: me aprobaron el proyecto.

¿Estoy feliz? Por la plata sí, por supuesto.  Por el logro también.  Incluso por no verme de patitas en la calle, porque si bien podría estar sin trabajar, con la situación del país como está no podría relajarme y disfrutarlo.  Más aún debería sentirme feliz porque mi jefa al cuadrado no consiguió su objetivo de echarme.

¿Por que no estoy enteramente feliz entonces?  Porque deberé volver a ver a mi jefa, jefa al cuadrado y todo su séquito todos los días nuevamente (hacía seis meses que no pisaba el sector).  Porque en dos o tres años puedo verme lo mismo de patitas en la calle.  Porque se me reducen las vacaciones a dos semanas.   Porque no es el trabajo de mis sueños tampoco.  Porque calculo no voy a tener tiempo ni de pestañear.  Porque deberé volver a ver a mi jefa, jefa al cuadrado y todo su séquito a diario nuevamente (sí ya sé que lo puse primero.  Pero con una sola vez no alcanzaba).

Tampoco es que estoy triste, sólo actué un poquito para jefa al cuadrado...  que terminó cuestionando mi salud mental por no estar feliz.  En cualquier caso, si mi salud mental se fue a pasear se podría preguntar por culpa de quién fue que hizo abandono de hogar no?

De momento me tomo las cosas con mucha calma, si bien el proyecto está aprobado aún no han comenzado a pagarme, con lo cual sigo en el antiguo régimen por ahora, y tampoco sé hasta cuándo, cuestión que uno pueda organizarse.

Por de pronto ese es mi año nuevo por ahora.  De nuevo promete tener bastante.  Esperemos que de buenas nuevas y no malas.

Si no vuelvo a escribir hasta el año que viene (como si este año hubiera escrito tanto, ja!) sólo decir que creo que se repiten mis deseos del año pasado.  Hice un recuento y creo que se cumplieron a medias:  Faltar no falta nadie importante, y eso es lo mejor.  Salud, se quedó bastante corto (aunque podría ser peor).  Dinero... en fin, ya hablamos casi todo el año de eso no?

Y por supuesto, los mejores deseos para los amigos de la casa

viernes, 23 de diciembre de 2011

¿Fin de año... o fin del mundo?


De chiquita diciembre era un mes que me encantaba.  Por un lado, la vida estaba estructurada en enero y febrero playa, y de marzo a noviembre colegio.  Diciembre era algo así como el nirvana, algo sostenido desde ningún lugar.
Por otro lado, tenía el sabor del deber cumplido, los preparativos para las fiestas, y mucha pileta.

Después uno va creciendo y en la facultad diciembre se va contaminando con los finales.  Y más tarde uno empieza a trabajar y lejos de la sensación del deber cumplido, uno siente que tiene más trabajo que el resto del año todo junto.  Y para colmo, de pileta casi nada, sólo el calor, el tránsito insoportable y tener que estar presentable con más de 30º...  claro que calzarnos la malla tampoco nos hace demasiada gracia a esta altura del partido.


Independientemente que algunas cosas han cambiado, como ver chicos en uniforme escolar a esta altura, lo que me parece ilógico y casi irreal, para mí por lo menos diciembre dejó de ser ese mes idílico para transformarse en una serie de compromisos, que paso a detallar:

1.- Nochebuena:  este año decidimos reducir los regalos a lo mínimo indispensable.  Me cansé del estrés de comprar regalos para todo el mundo para que después te pregunten dónde se cambian y cuándo, que no tienen el ticket de cambio...  y todo para recibir un mate muy coqueto...  con el detalle que no tomo mate.  Unos aros super divinos...  de fantasía...  con el detalle que esos aros me dan alergia.  Y los aros no te los cambian...  un libro de Coelho....  que no me gustan pero siempre termino pensando que mejor lo leo para ver en qué pensaban para regalármelo...  y cuando lo termino, todavía no me doy cuenta (o no quiero darme cuenta)...  un set de velas (con una niña de menos de cinco años en ese entonces) una remera hermosa...  hasta que mi madre detalló la fortuna que había pagado por ella y lo que había caminado para conseguirla (nada es gratis en esta vida, evidentemente).  Así que prefiero auto-regalarme y listo...  al menos lo disfruto más.  Pero bueno, una reunión de más de 30 no es "Noche de Paz" precisamente.  Al menos no en una familia como la nuestra
2.- Navidad: En rigor, hacemos la digestión, tratamos de curarnos la resaca (ojalá) y chapoteamos un poquito si nos dan las fuerzas...  lamentablemente es frecuente que alguno tenga la mala idea de hacernos una visita
3.- Nochevieja:  Como hacemos todo al revés, pasamos más tranquilo año nuevo que nochebuena...  eso de tranquilo es relativo porque en general me toca recibir a mí aunque sea poca gente (en casa poca gente es aprox.10)  El hecho de pensar que se me fue otro año tampoco me ayuda demasiado.
4.- Cumple de mi madre: siempre dice que no lo va a festejar y siempre lo termina festejando igual.  Así que además de organizarlo, hay que organizarlo a las apuradas
5.- Muestra de danza de MC:  bailaron tan lindo que no entiendo por qué no la hacen, mínimo, una vez por mes
6.- Muestra de danza de amiga e hijas de amiga: en fin...  debe ser que no baila mi hija, pero digamos que lo intentaron.
7.- Muestra de reggaeton de otra amiga:  En fin...  uno se pregunta por qué éramos amigas (como diría Susanita)
8.- Muestra del conservatorio del sobrino-nieto-de-una-amiga-de-mi-suegra:  En fin...  creo que debíamos ser los únicos que no teníamos ningún familiar en ninguno de los ensambles (estoy mala, lo sé)
9.- Muestra de canto de otra amiga :  no sabía que había bares exclusivos para eso!  Ni tanta gente que estudiara canto
10.- Muestra de canto de otra amiga más:  En este caso era un coro y estuve casi un tercio de función tratando de ubicarla y otro tercio confundiéndomela con otra mujer.
11.- Muestra de arte del taller de MC:  Al menos uno puede recorrerla a su ritmo  Bien por los peques igual!
12.- Concert en el jardín de ahijadito:  Nunca me arrepentiré lo suficiente de no haberle insistido más a mi comadre de que lo anote en el mismo colegio de MC...  si son casi lo mismo!
13.- Ir a ver actuar a un amigo:  Mea culpa, tenía todo el año para hacerlo.  Al menos fui antes que que dejara de actuar en esa obra.
14.- Cena de fin de año con amgas I:  Lindo
15.- Cena de fin de año con amigas II:  Lindo también
16.- Fiesta de trabajo II con clientes:  Nunca entendí bien eso de juntarse teóricamente por placer cuando apenas lo hacemos por obligación.  Y encima este año en un lugar que lejos es poco.  Al menos hubo buena comida.  Pero había que ir vestido de blanco.  Sin comentarios.
17.- Fiesta de fin de año del trabajo de F.:  Digo yo una cosa, por qué él zafa de lo lindo de las fiestas de mis trabajos (suelen ser sin cónyuges) y yo nunca zafo de las de él?
18.- Almuerzo con el grupo de los 7 en trabajo I: Costó tanto organizarlo que hubiera sido más fácil si veníamos de siete paises diferentes
19-  Llevar a MC a la pediatra:  No entiendo por qué a esta edad todavía insiste con controles semestrales.  Descubrí que está embarazada.  No sé bien por qué pero no me cayó nada bien (si a alguien se le ocurre por qué, que me lo explique)
20.- Ir al Oftalmólogo:  mea culpa, tenía todo el año para hacerlo, pero se impone para no perder el par de lentes gratis
21.- Ir a la dermatóloga: ídem, podría haberlo hecho a lo largo del año, pero en diciembre coincide que ninguna de las dos estamos de vacaciones y que yo estoy aceptablemente bien depilada para hacer gala de todos mis lunares.
22.- Bautismo de nieto-de-otra-amiga-de-suegra: Sí, tampoco es que se lo festejan con el añito, así que no entiendo por qué en esta fecha precisamente...
23.- Santa Lucía: Ir aunque sea un rato cortito.  Digo yo una cosa, no podrían haberme elegido un nombre cuyo santo fuera no sé...  en marzo por ejemplo (junio tampoco sirve porque es mi cumple!)

A esto se le suma lo que todavía falta:

- Cumple de prima:  se ve que la madre leyó en algun Para Tï eso de que no había que unificar festejos, pero nosotros no tenemos la culpa que se le haya ocurrido encargar un bebé para ese entonces, como para volver a juntarnos entre navidad y año nuevo
- Cena con amigas de trabajo II:  esta vez sin clientes!
- Entrega de informes en trabajo I:  ¿A quién se le ocurre que además de cumplir con tanta joda uno tiene que trabajar más que el resto del año?)


Y lo peor es que no cumplí con todo, sino que hay otras cosas que suelen entrar o deberían entrar en diciembre:

- Concert del cole de MC: fue en noviembre  (Espectacular)
- Entrega de informe final del colegio de MC: También noviembre (y también espectacular, tanto el informe, como que hay sido en noviembre)
- Compras: como decía más arriba, la cuestión regalos está mucho más acotada este año.  Comprar para MC no me cuesta (en general) y lo que es yo no necesito nada, así que lo que me compre será por placer
- Fiesta de fin de año en trabajo I con clientes:  Este año no realizó (la primera vez que hacen algo coherente en esa empresa)
- Cena de fin de año con gente de mi sector en trabajo I: No me invitaron, por segundo año consecutivo.  No se imaginan la amargura que tengo.
- Neumonólogo: queda para enero, ya fue destronado unas tres veces, la secretaria debe odiarme
- Cortarme el pelo: también queda para enero.  Por mucho que lo necesite y pueda facilitarme la vida, ni anestesiada me meten en una peluquería en esta época del año.
- Limpieza general:  Queda para enero (yo sí que sé divertirme)
- Año nuevo:  Es en enero!

Menos mal!

¿Soy la única que se estresa tanto en esta época del año?

lunes, 5 de diciembre de 2011

Rumbo al desempleo 9: Esperar

Tenía una profesora en la facultad que una vez planteó algo que me resultó muy interesante.  Preguntaba si la espera, la pura espera, existía y en caso de existir, qué difícil era encontrar un ejemplo.

Podríamos clasificar a los esperadores en las siguientes cateogrías:


1) Los derrotistas.  Parecen los esperadores en su estado más puro, pero engañan.  En realidad la espera los encuentra a ellos, simplemente porque en esa actitud son presa fácil de las esperas.



2) Los contrafóbicos:  Con tal de no sentir que pierden el tiempo se llevan un libro, tres revistas de crucigramas, otras tantas de sudokus, esmalte de uñas, algún trabajito de costura, o el tejido;  además responden mails, pagan cuentas por internet y hasta cumplen con hacerle el llamado semanal a la tía bisabuela.



3) Los indignados:  No importa que quejarse no sirva para reducir la espera, al menos llenan ese tiempo con algo.  Tampoco es una espera propiamente dicha, ya que como dice el famoso refrán "el que espera desespera".  Sí, la bocina del auto es la voz de queja más potente que existe actualmente en el mercado.  Con la ventaja que no dice incoherencias como las señoras en el supermercado o en la sala de espera del médico.



4) Los observadores:  también parecen esperadores de raza, pero no nos engañemos.  Suelen extraer increíbles enseñanzas de estas observaciones.  Es así como el esperador-observador tiene muchas chances de elegir la caja que avanzará más rápido en un supermercado, sabrá identificar con unos valiosos segundos de anticipación el momento en el que un niño estallará en un berrinche (y mudarse a otro planeta, como mínimo).  También sabrá cuánto es el promedio de propinas que se está dejando ese día en determinado restaurante; y hasta tiene un gran sentido de la moda, ya que en su imaginación le ha cambiado la ropa, el peinado y los accesorios a casi todas las personas que lo rodean.



5) Los dormilones:  Calculo que no necesita explicación.  Aunque podría encuadrarse dentro de la categoría de los contrafóbicos:  ¿qué mejor manera de aprovechar el tiempo?


6) Los veraneantes:  También aprovechan el tiempo, pero se diferencian de los contrafóbicos en que no les angustia esperar, sino que precisamente estaban buscando ese espacio en blanco para lo que sea:  descansar en una sala de espera, charlar con las otras personas en la fila del banco (si fuera tan tedioso esperar en la fila del banco estarían haciendo la transacción por internet en la gran mayoría de los casos, que bien es lo mismo), para no ser los primeros en llegar a una fiesta en la que no conocemos a nadie o para espiar en la mesa de al lado a ver de qué se trata en realidad el daube de boeuf à la provençale

Ahora bien ¿A santo de qué viene esta clasificación en esta saga?  Simplemente a título de que hace casi seis meses que empezó mi lío en el serpentario, y más de cuatro que presenté el proyecto en cuestión.  Y sigo esperando.



Y también sé que en breve se definirá, y ahora me entró esa ansiedad de pensar que al menos es más segura la incertidumbre actual que lo que me espere una vez que conozca el resultado.  Y entonces me parece que esperar no es tan malo...  si existiera la espera, claro.

Yo he pasado en mayor o menor medida por todas esas instancias, ,ya sea una espera de minutos en la caja del super o de meses en el trabajo.  Y también más de una a la vez, como por ejemplo llevar todo como una buena contrafóbica, y después quedarme dormida, o terminar de adivinar a qué colegio va cada niño a través del uniforme.  También tecleo sobre el volante (si no toco bocina es porque principalmente me molesta a mí)  sabiendo que esa barrera es imposible, y aún sí elegí el camino que incluye esa barrera.  Puedo ir con total resignación a hacer media hora de fila en la caja del supermercado  y terminar charlando con la señora de adelante...  o redactando mentalmente un post.



¿Y ustedes qué clase de esperadores son?

jueves, 17 de noviembre de 2011

Rumbo al desempleo 8: Felicitaciones para todos nosotros


Como decía mi maestra de la mañana en segundo grado, pueden darse una auto-palmadita en la espalda y decirse "¡buen trabajo!"
No voy a mentir.  Siempre me fui por las ramas escribiendo, o digamos, desde segundo grado precisamente, cuando a fin de año publicaron en la revista del colegio los relatos que habíamos estado escribiendo en clase de castellano, y el mío era, por lejos el más largo.  No, no fue visto tanto como una proeza, hasta dudaron en publicarlo porque era más de una página, cuando en el mismo espacio podían publicar tres y hasta cuatro de otros chicos.

Terminada la presentación de la prueba irrefutable en vivo y en directo, o líneas más arriba digamos, que me es imposible resumir paso a explicar un poco la situación.

Podría haber escrito un post en estado de furia asesina (porque así estuve) de represión total (ídem) de insomnio tenaz (ídem).  Pero ya bastante tienen mis queridos y abandonados amigos bloggers, por lo que reflexionando un poco me decidí por darle finalmente otro tono al post.  No, no me fue así de fácil, las broncas a mí me duran un tiempo bastante respetable, pero bien valía la pena el esfuerzo de presentar la mejor cara (la otra la dejo para el serpentario, que es donde le corresponde estar y no contaminar otros espacios).

La cuestión es que estos días, semanas mejor dicho, me vi envuelta en un intercambio epistolar nada agradable con la gerenta (a.k.a jefa al cuadrado, y otros tantos epítetos irreproducibles por este medio).  "Nada agradable" también es un eufemismo para no utilizar otras expresiones poco apropiadas para un post que pretende al menos ser un tanto más optimista, porque de más está decir que esta mujer logró que llegara al límite como otras veces en el pasado.

Pero al final en algo se equivocó.  Esta vez en lugar de jugar de local, intentó tantear el terreno primero y terminó jugando de visitante.  Es que hasta ahora siempre nuestros intercambios poco felices eran en vivo y en directo, o a lo sumo por teléfono.  Y a mí cuando me gritan me cuesta pensar, tampoco es una persona que dialogue para decir la estricta verdad, sino que lo suyo son monólogos (es más fácil cuando uno es gerente claro está) y yo que en general no sé intercalar la palabra en el momento adecuado terminaba odiándome a mi misma medio minuto después de finalizado el poco feliz intercambio, cuando se me terminaban de ocurrir todas las cosas que debería haberle dicho, mientras la otra se iba tan triunfante como la ganadora del oro olímpico.

En esta oportunidad la batalla fue en otro terreno.  Sí, uno que me favorece mucho más.  Porque independientemente que esta mujer ha demostrado que lo más extenso y coherente que ha escrito en su vida debe haber sido la lista del supermercado, yo pude exponer todos mis argumentos clara y extensamente, sin que nadie me interrumpa.
Que baste con decir que sus mails tienen en promedio siete líneas.  Los míos treinta y cinco (sí, a este nivel de locura me llevó esta mujer)

Y pensando un poco creo que en mayor o menor medida (me atrevería a decir que en gran medida) escribiendo blogs, comentando otros blogs, debatiendo en foros y afines uno termina por pulir la técnica de debatir con el teclado al punto que en la vida cotidiana al menos, hay pocos entrenamientos tan eficientes en este arte.

Por tanto, muchas gracias a todos por los intercambios, tanto cuando estuvieron de acuerdo conmigo (siempre sirve como experiencia tener razón) como cuando no (porque me hicieron pensar, recapacitar, reconocer errores, o aprender a afirmar con más fuerza y argumentos mi punto de vista); o cuando me ofrecieron otras herramientas que nunca había considerado antes.
La mayoría de las veces  estos intercambios fueron con las mejores intenciones, pero aún me veo en la obligación de agradecer y felicitar a quienes tuvieron las peores.  No importa porque me sirvió igual.

Cuando terminé uno de los mails una amiga me dijo que era un collage exquisito de razonamientos y argumentos lógicos;  y lo digo sin sonrojarme y sin falsa modestia porque el mérito no es mío.

No canto victoria, mi posición no es la más ventajosa precisamente, sé que mañana o la semana que viene puede pasar cualquier cosa, pero mientras tanto disfruto del presente, de este triunfo momentáneo, de este último mail mio (o de todos nosotros pero enviado por mi) sin ninguna respuesta de su parte desde hace diez días.  Y bueno, en su defensa debemos decir que no debe ser fácil pelear solo contra tanta gente no?  Y más aún cuando uno no lo sabe.

Así que felicitaciones a todos nosotros


¡Buen Trabajo!

miércoles, 26 de octubre de 2011

Equilibrio

Continuando con la saga "patitas"...

Para mantener a estabilidad es cosa buena tener los dos pies sobre la tierra.  Muchas veces y por diversos motivos, eso no es posible y tras un tambaleo inicial logramos mantener el equilibrio más o menos igual que antes.  Mientras los pies se turnen en tomarse vacaciones no corremos mayor riesgo de perder el equilibrio.
.

Eso mismo vienen haciendo mis padres.  Por lo visto, después de casi cuarenta años de casados se han revelado como una pareja con muchos problemas de corazón.  No sé si por suerte o por desgracia, literalmente hablando.

Hace tres semanas fue mi papá y hace una mi mamá.  Como se complementan bien, uno fue por bradicardia (demasiado lento) y la otra por taquicardia (demasiado rápido).  Entre los dos no hacemos un sólo corazón.   Pero no hace falta, mientras cada uno conserve el suyo más o menos en buen estado.

Pasada la tempestad nos reimos y ya podemos cancherear que nos sale natural esto de poder sostenernos casi con un solo pie.



Eso sí, en realidad quedamos de cama.


Pero al menos es una posición donde por más que los dos pies se tomen vacaciones al mismo tiempo, estamos en perfecto equilibrio.

Las fotos, tanto del cole como de casa, gentileza de MC, quien siempre adopta una postura imposible para posar, pero luego su madre le encuentra la mejor utilidad, tanto que parecen sacadas a propósito.

jueves, 6 de octubre de 2011

Pasos



Erase una vez un hombre que en en cincuenta y cinco años de trabajo nunca llegó tarde a su trabajo.  Cuando lo hacía en relación de dependencia porque tenía un jefe, y cuando dejó de tenerlo, porque había que dar el ejemplo.  Durante más de treinta años se despertaba seis menos cuarto, se afeitaba, bañaba, preparaba el desayuno, desayunaba y puntualmente estaba en el garaje a las 7, para manejar hasta casi 50 kilómetros para llegar a su trabajo en varias oportunidades.
Dificilmente llegara tarde a algún sitio, y cuando ocurría era responsabilidad de terceros.
Nunca se atrasaba en el pago de una cuenta y tenía todos sus relojes sincronizados.
Evidentemente si a alguien no hacía falta marcarle el paso, era a este hombre.
Pero como al destino le gusta divertirse con nosotros, y bastante seguido, a este señor empezó a atrasarle el corazón, al punto que este fin de semana trabajaba literalmente a media máquina.
La única solución:  colocarle un marcapasos.
Al menos el travieso destino tuvo la bondad de brindar una solución simple a un problema grave, y no como suele suceder al revés.  Al menos nos brinda la fantasía de ser expeditivos.

Como ya habrán imaginado, el protagonista de esta historia es mi papá; a quien le colocan el marcapasos hoy después de varios días en terapia;  y las patitas son las de MC pocos días después de nacer.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Convocatoria literaria: Mi calle

de un lado:


 y del otro: 

(cesto de basura en primer plano.  Se nota que las fotos no son lo mío)


Mi calle es de doble sentido.  Por eso necesitaba ofrecer las dos perspectivas.  Será por eso que me gusta, pero me irrita.  Que apenas puse los pies en ella dije "aquí sí me gustaría vivir" pero a pesar de que transcurrieron siete años desde ese entonces, una parte de mí no renuncia a mi otra calle, la de mis otros 28 años.  Es amistosa, pero también en estos últimos tiempos, demasiado amistosa con los amigos de lo ajeno.  La distancia con la vereda de enfrente proporciona mucho aire y luz, pero también viento.  Y además es difícil conocer al vecinito de enfrente.  Puede llegar a ser incluso silenciosa en algunos momentos, pero a la hora "de los colegios" es como si uno viviera en medio de unos siete patios de recreo, aproximadamente.
No es ni angosta ni ancha.  Por lo tanto, no es íntima ni abierta.  Más de uno la considera una hermana menor de otra avenida cinco cuadras más abajo, pero como yo también soy hermana menor, no me molesta demasiado.  Está muy arbolada, pero en otoño ya cansa.
En un radio de pocos metros concentra varias confiterías y heladerías.  A veces se agradece y otras uno no para de repetir "no me dejes caer en la tentación".
De momento lo nuevo, lo mediano y lo relativamente antiguo conviven en armonía. Y la doble mano también. Esperemos que por mucho tiempo.

Y de yapa, mi cuadra es la de más arriba, pero también en mi calle, a pocas cuadras se encuentra esta iglesia, que yo considero algo así como salida de un cuento de hadas:

(La foto no le hace justicia)

Siempre que paso, me da la impresión que transplantaron un pedacito de otro país y otra época a mi barrio.  Y eso siempre se agradece.

Si quieren dar un paseo más largo Any los lleva desde su blog a otras calles.

martes, 20 de septiembre de 2011

80 casi primaveras

Había una vez un mundo que no había escuchado hablar de segunda guerra mundial, y por supuesto tampoco de la primera, al menos no con ese nombre.
Imaginemos la vida sin lavarropas, televisores y con pocos autos por las calles.
En una Buenos Aires donde todavía había tramos del arroyo Maldonado a cielo abierto, tranvías y tan solo, o mejor dicho, nada menos que dos líneas de subterráneo una señora hecha y derecha (que superaba por poco los veinte años) se disponía a internarse en un hospital o sanatorio (en esa época tampoco había mucha diferencia) para traer al mundo a su segundo hijo.  Al llegar, vio cómo era todo y resolvió que para algo tenía casa y familia, y que para qué andar compartiendo al médico y a la partera si podía tenerlos para ella sola, y que para qué meterse con estos inventos modernos.
Así que en lo que supongo que se podría llamar un acto de cobardía, se volvió a su casa donde pocos días antes de la llegada de la primavera dio a luz un varón de más de 5 kilogramos de peso.  Se desconoce cuál de los dos atributos del recién nacido le produjo más felicidad, pero según cuenta la leyenda después del parto no cabía en sí de felicidad.
Seguramente hoy la muchacha en cuestión sería incapaz de dejar de hablar del sufrimiento que le causó trabajo de parto, el fórceps o la cesárea.  También al bebé lo hubieran llevado a neonatología y eso dista mucho de completar la felicidad que trae un hijo.  Supongo que eso es nacer en la época indicada.

Ochenta años después de esa proeza, aunque en ese entonces no fue considerada tal, mi papá cumplió ochenta años.  El dice que no, que no se siente de ochenta, que no puede ser, que todavía tiene la mayor parte del pelo negro.  Pero su documento se empeña en afirmar lo contrario.
Y como los documentos no disfrutan mucho de las fiestas de cumpleaños, y menos de las multitudinarias, resolvimos festejarle el cumple a él.


Mi papá dice que de chico nunca pensó que llegaba a los ochenta.  De hecho con sus amiguitos pensaban en qué mala pata habían tenido de no nacer unos años después porque seguramente no iban a llegar a ver el año 2000...  o iban a estar muy viejos para disfrutarlo.

No voy a mentir.  Me da cosita, y mucha, que mi papá cumpla ochenta.  Lo escribo y tampoco lo creo.  Bueno en su momento tampoco quería que cumpliera sesenta, ni setenta (de los cincuenta me acuerdo pero no tenía mucha conciencia de las décadas, de tenerla supongo que me hubiera sentido igual).

Si lo pensamos por el otro lado, estos últimos años nos dio tantos sustos, que no hay más que agradecer que haya llegado a los ochenta.  Sí, no voy a mentir, me encantaría que hubiera cumplido sesenta.  Incluso setenta en lugar de ochenta.  Pero si las cosas son así, por lo menos es mejor que yo tenga treinta y cinco y no cincuenta y cinco.

Aunque después de estos últimos días que pasamos organizando el cumple debo decir que seguramente envejecí bastante.  Amo organizar eventos, y por supuesto que amo a mi madre, pero eso no se traduce en que ame organizar eventos con mi madre; sino más bien todo lo contrario.

Pero salió bien, y sobre todo, llegamos al cumple y supongo que eso es lo importante.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Rumbo al desempleo 7: Puntos suspensivos

Llegué "adonde el diablo perdió el poncho", también conocida como la casa de la gerente en cuestión.  Hacía más de dos semanas que no nos veíamos, ni habíamos tenido contacto por ningún otro medio, salvo el citado anteriormente.
Menos mal que el tiempo apremiaba y no tuve demasiado tiempo de pensar en huir mientras tocaba el timbre.
Me recibió con una gran sonrisa en la cara.  Como uno no ha sobrevivido en el serpentario todos estos años en vano, aún no sabía si era sonrisa amistosa o diabólica, que también existen, y de hecho suelen ser más aparatosas aún.
Pero no.  Era una sonrisa normal.  Habló de su brazo quebrado, del problema que tenía con la ART, firmó todo lo que tenía que firmar, hizo llamadas telefónicas para que otras personas más avalaran el proyecto, comimos masitas, me volvió a presentar a una de sus hijas (por duodécima vez más o menos).  Finalmente me explicó con pelos y señales cómo llegar más rápido al centro, y hasta me obligó a que aceptara el dinero del peaje "para que no pierdas tiempo buscando cambio o esperando el vuelto".

Debería haber salido feliz, y no es que no lo estuviera pero más que ése sentimiento me dominaba el de extrañeza.  Y preocupación.  Porque empecé a pensar que todo lo que había pasado era producto de mi imaginación.  Como si no tuviera problemas me faltaban las alucinaciones.

Por suerte quedaba bastante papelerío por hacer y muy poco tiempo, así que en las siguientes 24 horas estuve demasiado ocupada para pensar en eso.

Cuando todo estuvo firmado, sellado y entregado, y a tiempo, le envío un mensaje para informarla que todo había salido bien finalmente.
Otra respuesta lacónica "esta noche te mando un mail"

Yo, que para ese entonces, después de una semana de locura, preocupación y angustia me encontraba algo así como en un estado cercano al Nirvana por la satisfacción del deber cumplido, me preocupé un poco.  Porque después de la simpatía de pocas horas antes me esperaba aunque sea un "buenísimo, veremos que pasa" o similar.

Pero no.  A primera vista.

Recibo el siguiente mail en cuestión y en una primera y rápida lectura me gustó:

Aquí va la primera lectura:

"Lola, más allá del resultado de la aceptación o no del proyecto, creo que lo que no podés dejar de ver es el aprendizaje extra que trajo toda ésta experiencia.
Sobre todo saber que sos capaz de luchar por lo que deseas, y creo que ni vos sabías que eras capaz de ponerte en marcha , con semejante proyecto.
Te felicito.....
Realmente deseo que lo aprueben, sé que te gusta mucho lo que hacés , sé lo que significa ése grupo para vos, y sé tbien que no querías irte ,y sé tbien que es digno cobrar en función de lo que uno trabaja.
Me alegro que la vida te haya permitido conocerte en ésta instancia.
Lamento las peleas, pero si tuvieron éste resultado, bienvenidas sean.
Te deseo lo mejor.
S."

Ahora la segunda lectura:



"Lola, más allá del resultado de la aceptación o no del proyecto, creo que lo que no podés dejar de ver es el aprendizaje extra que trajo toda ésta experiencia."

Que todavía necesito aprender??? ... más???  En todo caso para aprender me hago un posgrado, que al menos me dan un lindo papelito al final.


"Sobre todo saber que sos capaz de luchar por lo que deseas, y creo que ni vos sabías que eras capaz de ponerte en marcha , con semejante proyecto."

Sé bastante bien de lo que soy capaz y de lo que no.  También sé lo que quiero y lo que no, y lo que quiero es tener estabilidad, cobrar por el trabajo que hago, como funciona el mundo capitalista en el que vivimos,  no estar por un proyecto que, por bien pago que esté,  cuando termina no sé qué será de mi vida.

"Te felicito....."

Esta fue la peor.  Cuánto hubiera cambiado el mensaje si en vez de los puntos suspensivos utilizaba unos lindos signos de exclamación.  Parece que me felicitara pero no se animara a decir el pero, o no estuviera tan convencida de que me mereciera las felicitaciones.  ¿Le estoy buscando el pelo al huevo?

"Realmente deseo que lo aprueben, sé que te gusta mucho lo que hacés , sé lo que significa ése grupo para vos, y sé tbien que no querías irte ,y sé tbien que es digno cobrar en función de lo que uno trabaja."

Me quedo con la última frase.  Sangre, sudor, lágrimas, años, disgustos y discusiones me llevó poder leer que acepte que lo que corresponde es que uno cobre por lo que trabaja; y no estar agradecido porque te confian un trabajo de mayor categoría que el que corresponde a tu puesto.
Y al margen, da miedo que un superior sepa tanto sobre uno, caramba!

"Me alegro que la vida te haya permitido conocerte en ésta instancia."

Otra vez, con cambiar sólo una letrita, qué significado lindo huibera tenido esta frase, veamos:

"Me alegro que la vida Te haya permitido conocerte en ésta instancia."
"Me alegro que la vida Me haya permitido conocerte en ésta instancia."

No sé si se nota la diferencia, o si es tan importante.  La cuestión es que en una primera lectura la leí con M y me gustó.  En una segunda y más traquila lectura me di cuenta de la sutil diferencia.  Y no, creo que ya me conozco bien, y en todo caso, no necesito que nadie se alegre por mis autodescubrimientos.

"Lamento las peleas, pero si tuvieron éste resultado, bienvenidas sean."

Reconozco que al menos me alivió saber que no estaba alucinando.  Hablando en serio, me gustó leer que lamentaba la pelea, y además que el tema no quedara por ahí como si no hubiera pasado nada.  Pero no la rebajaría al nivel de "bienvenidas sean" porque creo que no sobreviviría a otra, así que en lo que a mi respecta, malvenidas sean.

"Te deseo lo mejor.
S."

Nada que objetar.

Seguramente estoy un poco suceptible, y por eso me fijo en estos detalles.  O estaba ahí precisamente para que los viera, vaya uno a saber.



Mientras tanto, las cosas siguen así, con puntos suspensivos, esperando el veredicto sobre el proyecto presentado.  Por una vez no estoy super ansiosa por conocer el resultado.  Como una vez que me tenía que hacer una prueba de embarazo, por obvias razones, pero no tenía ninguna urgencia por hacerla porque no sabía bien si quería que diera positivo o negativo.
Supongo que la clave estará en alegrarse de lo positivo que traiga cualquiera de las dos respuestas, y no amargarse por lo negativo de cualquiera de ellas.

Así que si esta vez dejo la saga en suspenso, no es por mi culpa.  Yo estoy en las mismas.

jueves, 25 de agosto de 2011

Rumbo al desempleo 6: De cómo son las cosas (a.k.a.: Presente)

Bien, habíamos dejado a mi gerente en la puerta llamándome a su oficina, y yo acá haciéndola esperar una semana en tan incómoda posición. Y bueno, como en la vida real no la puedo hacer esperar una semana como me gustaría, me desquito por aquí.

La cuestión fue la siguiente: la gerente de RRHH, quien hace unos seis meses asumió ese cargo, se acababa de dar cuenta que otras dos personas y yo hacíamos un trabajo que no nos correspondía. No, no venía de madre Teresa ni disfrazada de CGT sino solamente a cumplir su función, tan cuadradita como ella misma: los pichis no pueden hacer el trabajo de plana mayor.
En el mundo civilizado, en el universo de la lógica eso sería una buena noticia, habría un ascenso para que alguien tenga los privilegios que corresponden a sus obligaciones, Pero no, no estamos en ninguna de esas esferas, sino en el reino del revés.
En la planillita cuadradita que tiene la gerente de recursos humanos figura que hay una gerente de sector y varias zánganas, digo jefas que cobran por hacer ese trabajo. Y también figura que otras bolu, digo empleadas de la plana menor no deberían estar haciendo ese trabajo, pero como es lo único que hacen si le sacás ese trabajo ya no tienen de qué ocuparse y para mantener a gente que no trabaja están los jefes, gerentes y demases, no lo pinches como uno.
A todo esto recordemos que esta gerente de Recursos Inhumanos había asumido sus funciones hacía unos seis meses y recién ahora se daba cuenta. Tan ordenado que pretender tener todo y atrasa seis meses. Pero bueno.

Bien, sabiendo todo esto volvamos al universo lógico: si en tu sector despiden a tres personas que trabajan, y que en la actualidad nadie está haciendo ese trabajo protestás, intentás defender a la gente de tu sector, tranquilizás y consolás al pichi caído en desgracia.
También en el universo lógico el pichi caído en desgracia suplica que no le quiten su trabajo, pide, patalea, llora, se preocupa.
Pero volvamos al mundo del revés: como yo sabía que esperaba que yo llorara, suplicara, pidiera y me preocupara hice exactamente lo contrario. En ese entonces llevaba en la mano, cual trabajador del puerto, una carpeta enorme con informes de los clientes que yo veía. De un solo gesto, empujé la carpeta sobre el escritorio hacia su lado onda "mirá del hermoso paquete que te dejo" y simplemente le dije "y bueno, entonces esto se termina acá".

Lo logré. La descoloqué. Sólo por un instante. Enseguida comenzó con munición pesada: que yo en todos estos años no había ido rotando de tareas, sino que me "instalaba" y me "aquerenciaba" (en lugares donde nadie más quería trabajar). Que además de mi trabajo, yo no presenté ningún proyecto como para si este día llegaba tener con qué responder, "acaso pretendías que te lo haga yo"... estuve tentada de responder "y sí, considerando que se lo hiciste a otra persona, que además cobró aparte por ese proyecto y acá de eso no se habló, y también considerando que si es tan fácil hacer un proyectito bien podías hacerlo teniendo en cuenta que yo estaba haciendo tu laburo cuando no me correspondía ni cobraba acorde a eso".
Pero bueno, la integridad física ante todo, me llamé al silencio... por un rato. Al final no fue tan beneficioso callarse porque terminé explotando por el lado de que tanto exigen legalidad ahora y hace tres años, cuando el ascenso, lo que menos hubo fue legalidad.

Para qué.
Si a mi se me fue la mano (tal vez en la forma porque el contenido no es más que la verdad) aquella sacó uñas, dientes y navaja también si hubiera tenido.
Además de impresentable esta mujer, irreproducible lo que me dijo.
A ver, la parte reproducible: que soy una resentida, y ni al sector (claro ahora ella es todo el sector) ni a la empresa (donde a veces ni se acuerdan que ella existe) ni a mí (claro, ahora también es mi psiquiatra) nos iba a hacer bien que yo me quedara.
Que "la cansé" (no pudo decir "me hinchaste las pelotas" porque podía haber gente escuchando, aunque estaba tan sacada que quién sabe si le importaba) que no quería hablar más conmigo (téngase en cuenta que "no quiero hablar más con vos" suena más fuerte que la forma narrativa usada anteriormente) y que a partir de ese momento lo que haya que tratar lo trate a través de mi jefa.

(Nota al margen: ¿Dónde estaba mi jefa? En Bruselas, Brujas, Normandía, París o por ahí. Y yo acá y sufriendo. La vida no es justa)


El mayor problema aquí es que no me pueden echar tan alegremente. O sea sí me pueden despedir, pero se comerían un juicio que lo que menos tendrían es alegría.
Entonces la opción obvia es que yo me vaya sola. Y me conocen tan poco, que no saben que basta con que pretendan en sus más lejanas fantasías que yo renuncie como para que no me saque ni la gendarmería nacional. No sin mi indemnización, hasta el último centavo, y si se puede un poco más también (por jorobar, nada más).

Ergo, a pesar de que a partir del instante en que deslicé la carpeta apenas vi algún cliente y sólo por motivos "humanitarios" (como para pedirle disculpas por las manos en las que lo dejo) tengo que seguir presentándome a trabajar. No saben lo que cansa ir a trabajar sin tener trabajo.

Al menos con mi carácter, no sirvo para eso, no soy un ser particularmente sociable. Cansa mucho estar todo el día en pose pareciendo que trabajo sin trabajar. Y encima de prestado porque en mi sector no iba a estar.
Por lo tanto me estoy pidiendo todas esas vacaciones atrasadas, que están por vencer y tantas veces perdí; y todos los días por enfermedad imaginables, si bien el cuerpo me ayudó porque este invierno no terminaba de salir de una bronquitis que entraba en otra, en todos estos años creo que no pedí tantos días por enfermedad como en estas últimas semanas. Problema no me hacen, porque tampoco se benefician demasiado teniéndome ahí y encima enferma, y lo poco que estoy haciendo bien lo puedo hacer desde mi casa.

Mientras tanto mis amigos del grupo de los ocho, esos monstruos calculadores máquinas de laburar sin sentimientos ¿qué hicieron? Por un lado una hermosa cruz para mi gerenta. Por otro otra tarea aún más encomiable (y si llegaron a leer hasta acá sabrán por qué lo digo): me hicieron entrar en razones (y sí, tarea ardua si las hay, pero no imposible por lo visto).

No sé cómo, pero me convencieron de no tirar todo por la borda. Mucho menos termino de comprender los poderes de persuasión que utilizaron pero terminaron haciendo que acepte eso que dije a los cuatro vientos que no iba a hacer: presentar un proyecto. Porque un proyecto no me soluciona casi nada, tiene fecha de vencimiento, así que dentro de dos o tres años estoy en la misma situación que ahora, sólo que dos o tres años más vieja. Y sí, economicamente ganaría mucho más (supongo que algo parecido a lo que cobra mi jefa) pero también el horario sería extenuante (y el de mi jefa y de toda la plana mayor en general está más que claro que no lo es).
Que estos motivos no logran seducirme lo sé yo, ustedes, el grupo de los ocho, el diariero y el que lava el piso. Mi gerente obviametne no. Pero como estos ocho son gente inteligente (en realidad somos siete incluyéndome, así que los inteligentes serían seis, pero les quedó el nombre) no intentaron persuadirme con ninguno de los argumentos anteriormente mencionados. Sólo dijeron las palabras mágicas: "no les des motivos". Y es que mí me dicen "llevale la contra a tu gerente", y qué quieren que les diga, me derrito toda, soy una seda.

Así que en una semana armé un proyecto que usualmente demandaría un mes. Considerando que fue una semana sin dormir digamos que me rindió unos quince días, así que no, no soy ningún genio.

Obviemos el transcurso de esa semana de locura, porque para cosas tristes y momentos de locura ya está la vida, y digamos que tenía el proyecto terminado con colores, cursivas, gráficos, cuadros, y un tipo atrás que decía "comprame!". Bueno, esto último no, pero casi. Un hermoso proyecto (al menos por fuera les aseguro que me quedó divino, el contenido es otra cosa) pero totalmente huérfano.

Porque a la hora de elevar el proyecto hacia los más altos mandos para su aprobación tiene que estar avalado por alguien de la plana mayor. Y ahí mis queridos ocho miraron para los ocho costados, no en realidad dijeron que no me iban a aprobar el proyecto si no estaba avalado por alguien de mi propia profesión y especialidad. ¿Y quién tiene ése nombre y apellido en el serpentario? Sí, adivinaron. Mi gerenta.

Así que esa tarde, de vuelta en casa tomé un frasco entero de antiácido (para el alma, se entiende) y me puse la piel de pingüino que me regaló una vez una amiga (fue uno de los mejores consejos que me dieron: "que todo te resbale"), abrí mi computadora, respiré bien hondo, cerré los ojos y redacté el siguiente mail:

Hola S.

Te cuento que estoy contra reloj armando un proyecto para elevar en los próximos días
El tema sería más o menos en el que vengo trabajando hasta ahora.
Lo estuve hablando hoy con la gente del grupo de los ocho y todos coinciden en que la persona indicada para avalar el proyecto sos vos.
Si te interesa, te envío el proyecto si es que necesitás evaluarlo antes de dar tu consentimiento.
Me comentaron que estás con licencia médica. Si estás de acuerdo en ser avalar el proyecto, te lo haría llegar hasta donde vos me digas lo que hace falta firmar.
Lamento no haber llegado a hacer las cosas con más tiempo.
En caso que no puedas, te agradecería una pronta respuesta así me contacto con alguien más que pueda avalar el proyecto.

Saludos.
L.

Bien cerca de la noche, como para hacerme sufrir, su lacónica respuesta (como para hacerme sufrir aún más):

Vení mañana a casa.
S.



Estuve tentada de preguntar si podía llevar algunos testigos. O de mandar un detectivo a ver si los cuchillos los iba a usar para cortar un budín o mi cogote.
Pero no había tiempo.

De manera que temprano al día siguiente, munida de mi gps y unas masitas (si algo logró inculcarme mi madre es eso) me encontraba manejando hacia el territorio enemigo.
De repente pude hacerme una idea de qué deben sentir los soldados cuando en una guerra comienzan a avanzar sobre la delgada línea roja...


(Continuará)

y sí che, hoy ya escribí demasiado!

jueves, 18 de agosto de 2011

Rumbo al desempleo 5: De cómo fueron las cosas (a.k.a.: Pasado)



Trabajo donde estoy trabajando ahora, hace mucho. Más tiempo del que quisiera recordar. Tal vez no sea tan gráfico que lo diga en años sino en life events, y esto vendría a ser pre-MC, pre-casamiento, pre-propietaria de un inmueble... casi diría pre-propietaria de un telefono celular, pero no. Por suerte.

Al momento de buscar este trabajo, tenía la búsqueda divida entre los que me gustaban mucho, que eran cuatro, los que me gustaban bastante, que eran unos veinte, si mal no recuerdo, y todos los demás, que eran unos quince.

Pensé que de los cuatro lugares que me gustaban mucho no me iban a llamar de ninguno y de ahí la lista de los que me gustaban bastante. Ahí tuve suerte, de esos cuatro me llamaron de uno.
Ahí no tuve tanta suerte: del que me llamaron, es el actual. Digamos que no tuve nada de suerte, sólo que en ése entonces no lo sabía, claro.

Tuve un primer año tranquilo, aprendí bastante, sola porque nadie se preocupaba mucho, pero como un poco me molesta que me anden encima no me preocupé demasiado.
Poco después que se cumpliera el año de entrar a trabajar ahí, de las ocho pichis que había como yo, quedamos dos. ¿Alguno piensa que la plana mayor se hizo mucho problema por esto? claro que no! Para problemas está el fin de semana, la mucama, el marido, los hijos, los perros de los hijos, los amigos de los hijos, y los padres de los amigos de los hijos.
Se llama a gente nueva a trabajar, se vuelve a convocar a alguna que se había ido hace pocos años porque había tenido un bebé, y la tipa con el preescolar ya ubicado y desempleada vuelve feliz de la vida. Encima haciéndose la jefa.
Así pasó otro año y más tiempo también. Eramos pocas, el trabajo mucho, pero cada uno estaba en la suya y no importaba demasiado. A todo esto la plana mayor obtiene un contrato extra oficial para una campaña, por la cual cobraban casi otro sueldo, deberían hacerla fuera del horario laboral, pero eso no se cumplía a pesar de reiteradas llamadas de atención; y por supuesto a la plana menor no nos convocaron a tan atractivo proyecto "para preservarnos" (sic). Tardé años en hacer caer que justamente la campaña tenía que ver con salud sexual y preservativos. Click!

Mientras tanto yo andaba noviando, después comprando departamento, luego organizando un casamiento, buscando vestido de novia, de civil, haciendo listas de invitados, de regalos, planificando viaje de luna de miel; así que supongo que era lógico que independientemente que nos siguieran ninguneando con el tema dinero, no me hiciera demasiado problema por lo que sucedía por el serpentario, digo trabajo.

Al regreso de mi luna de miel, vacaciones, y demases; nos ponen una jefa intermedia. Empezó con el pie derecho en varias cuestiones, pero pretendía hacer de madre acaparadora, y una a esa altura, cuando tuviste que arreglarte sola tanto tiempo cuando no sabías nada, ya no está para darle explicaciones a nadie de lo que hace, cómo lo hace o deja de hacer. Y como justamente para esa época reclutaron nuevas pichis, andaba como gallina turuleca con ellas y empezaron los problemas. Luego cuando todavía simpatizábamos un poco, pretendió que yo me pelee con mi jefa (la de siempre) y como para ése entonces no había tenido demasiados problemas me parecía que no debía involucrarme en una interna que no era mía y por supuesto no me puse en malas con mi jefa, y ahí la otra, la intermedia, ya me puso entre ceja y ceja.

(Como nunca antes Mafalda es la perfecta representante de la voz de la conciencia... parece que Mafalda era rugbier porque tiene la misma filosofía que mi marido... que no se malinterprete, son seres super pacíficos, pero por eso mismo a veces esa solución definitivamente debe ser la mejor - si me animo a probar les cuento qué tal me fue)

Mientras tanto, por mi vida había pasado un evatest positivo y unas cuantas ecografías. Sí señor, todo esto sucedía mientras estaba embarazada de MC. Cualquier problema de conducta o carácter que presente en el futuro ya sé a quién se los puedo atribuir... y una vez que tenía la excusa perfecta, la criatura me salió tan buenita, será posible!
Si los niños vienen con el pan bajo el brazo, la mía trajo además las tortas: estoy segura que si no hubiera estado embarazada esta jefa intermedia me echaba. Y si no me echó no fue por buena, se entiende, sino porque se le armaba tremendo despelote laboral que cuando se enteraran los de RRHH la echan a ella.
Bueno, en realidad por ahí me hubiera hecho rica si me echaban embarazada con el juicio que se podían comer, pero nunca lo sabremos.
Y está bueno porque si MC sólo con esto estuvo tentada de salir a ver por qué tanto lío dos meses antes, no me quiero imaginar si las cosas hubieran pasado a mayores.
Así es que me retiré a las 33 semanas de embarazo con licencia médica, más tres por maternidad, arreglénse sin mí.

Mientras MC terminaba de parecerse a un ser humano normal mi jefa terminó por hacer echar a esta jefa intermedia. Y sí, con mi jefa es mejor no meterse.

Terminada mi licencia por maternidad, mientras pensaba si volver, volver más tarde o no volver me tientan con que esta jefa intermedia no estaba más, que podía trabajar por proyecto y no por horas fijas, mientras tanto pusieron un jefe intermedio que era muy pero muy buena onda y terminó por convencerme. Definitivamente se necesitaba algo de presencia masculina frente a tantas hormonas.

Así es que volví a trabajar bastante contenta, porque a esta altura no hace falta aclarar que me estaba por volver loca en casa todo el día, y la alegría me duró algo así como... dos meses? En realidad no podía esperarse más. Pero siempre me gustó mi trabajo y eso supongo que compensaba.

Un año después de volver a trabajar, la gerente me convoca para que hiciera con ella parte de su laburo con gente de otros sectores. Yo, que estaba bastante contenta con lo que hacía, que no me demandaba más de lo que podía y fundamentalmente, no tenía casi ningún trato con gente de otros sectores intenté declinar la propuesta, pero aunque protesté no hubo caso.
Cabe aclarar que a la expresión "ocuparme con ella de ese trabajo" es un eufemismo para nombrar "ocuparme de ese trabajo".

Así pasé a integrar el famoso "grupo de los ocho" con gente más loca que en el Borda y el Moyano juntos. Pero como llegué a comprobar, los locos al menos son sinceros. Sea por casualidad o porque en definitiva integro el mismo clan logré llevarme muy bien con el grupo de los ocho, a pesar de que tenían fama de que mordían o algo peor.

Transcurridos unos meses desde mi incorporación al grupo de los ocho se anuncia que va a haber un ascenso. Por un lado no me hacía ilusiones porque había otra chica que tenía más antigüedad que yo, y más CV. Por otro lado, me hice algunas ilusiones porque supuse que no por nada mi jefa me había llevado con ella al grupo de los ocho. Y de hecho, renunció oficialmente al grupo pocos días antes del día fijado para conocer el nombre de la ascendida (parece la virgen!). Digo oficialmente porque en la práctica nunca la vi trabajar ahí (y en otras instancias tampoco, pero no viene al caso).
Llegado el día del anuncio del ascenso, no soy yo, ni la otra, sino una tercera, que de hecho había entrado sólo como pasante y ni siquiera correspondía que siguiera estando en el sector.

Si uno tuviera que ubicar el momento en la vida adulta equivalente a dejar de creer en Papá Noel y en los reyes, yo sé que es acá. Como con esas cuestiones, no es que uno no sospechara antes que no era tan así y que las cosas tan bellas en las que es tan lindo creer no cierran del todo bien, pero hasta ése entonces todavía pensaba que trabajar bien, cumplir con todo y todos y ponerse la camiseta de la empresa y del sector específicamente valían algo. En fin, ya dije que era como creer en los reyes, me di cuenta bastante tarde.

Si me preguntaran por qué me quedé tanto tiempo (tres años) en lugar de renunciar en ése momento (lo que estuve muy tentada de hacer) es porque entre otras cosas fui afianzando mucho mi relación con la gente del grupo de los ocho, y porque en definitiva en ése momento sabía que tenía la libertad de poder irme cuando quería. Y aunque tanto mi jefa como la gerente, o toda la plana mayor en general, reaccionen con indiferencia ante este hecho, la realidad es que a nadie que se cree ser superior le gusta que un subordinado no considere que le debe el sustento (o en este caso, la vida, más o menos).

Para ése entonces, la época del ascenso, es que más o menos se ubica el inicio de este blog. De ahí para este lado es historia conocida.

Hasta un miércoles hace algunas semanas donde veo que se saludan la gerente del sector con la de RRHH. Instintivamente esa combinación de gerentes no me gustó. Tuve razón cuando segundos después la gerente de nuestro sector me llama a su oficina....

(Continuará)


domingo, 7 de agosto de 2011

Paso parte

de enferma, razón por la cual no actualizo mi saga; y de paso, sigo apoyándome en Mafalda.

Se preguntarán ¿enferma de qué? (y si no se lo preguntaban, háganse los interesados igual). Un poco de los bronquios, como de costumbre, otro poco de la situación de mi trabajo, como no podía ser de otra manera, y fundamentalmente de las campañas para las elecciones primarias.

(Es posible que todos la tengan archi -mega-conocida esta viñeta, pero la miércoles que cuesta encontrarla!)

¿Es demasiado pedir mirar una tanda publicitaria con menos de cinco avisos de alguien que quiere ser presidente?
Lo más triste es que esto va a seguir hasta octubre. Creo que nos quieren ganar por cansancio. A esta altura, creo que diría que sí a cualquiera que prometiera dejar de bombardearnos con campañas.

Triste es también que seguimos haciendo política igual que hace cuarenta años.
Y que Quino no vuelva a escribir Mafalda. Y para qué, si al pobre hombre los políticos no le dan letra para hacer algo original.

miércoles, 20 de julio de 2011

A pesar de todo feliz día

Hoy hacemos un pequeño alto en la serie "Rumbo al desmepleo"
Y escribo sobre el día del amigo a pesar que no me convence del todo la fecha


Decir que esta es mi viñeta preferida de Mafalda es tan improductivo como decir que uno tiene mejores amigos. Para qué calificar a los amigos. ¿Los que no son mejores son peores? ¿O de segunda selección? Está claro que algunos son más cercanos que otros, pero para qué andar cuantificando la amistad?

Elijo esta viñeta de Mafalda en particular porque representa mucho lo que para mí significa ser amigo de alguien.
Porque es muy fácil ser amigo de alguien porque... coincidimos en muchas cosas, tenemos los mismos gustos, podemos compartir mucho tiempo juntos, festeja todo lo que digo, etc.
Creo que lo que hace filtro para los amigos no es el porque, sino el a pesar de...
Y si uno se lo pone a pensar, es de la única manera que yo puedo tener amigos, ya que los porque (virtudes) no son demasiados; en cambio sí tengo amigos a pesar de... mi carácter, que los aburro con mis pesares laborales, les descompagino cualquier programa de juntarse, me cuelgo para responder mails, y ni qué decir llamarlos por teléfono (no hoy, en cualquier día) y tantas otras cosas que me deben soportar y yo ni enterada.

En consonancia con lo que venía diciendo, ningún ejemplo mejor que blogger para demostrar cómo las personas pueden ser amigas a pesar de ser tan diferentes y coincidir en tan pocas cosas. Y en definitiva, está muy bueno que así sea. Al menos de otro modo sería muy aburrido.
Así que ahora sí, luego de tanta explicación, y fundamentalmente antes que termine, les deseo a todos muy feliz día.

lunes, 18 de julio de 2011

Rumbo al desempleo 4: Insert chip.... NOW!


Dicen los que saben, o los que pretenden saber, que los cinco primeros años de vida son decisivos para el desarrollo físico, intelectual y psíquico de una persona.

Hoy María Clara cumple esos famosos cinco años, todos los dedos de una mano, un plan quinquenal completo, un lustro entero. Y eso significaría que estos procesos deberían estar completos.

En cuanto al físico no nos podemos quejar, se estilizó mucho, y sobre todas las cosas, parece que heredó la genética paterna y altura no le va a faltar. Si después considera que es demasiado alta y que por eso no le quedan bien los tacos, o más aún no consigue novio porque es más alto que la mayoría de los hombres, que se le vaya a quejar al padre, que en este caso es el responsable absoluto.

En cuanto a los otros rubros, no sé muy bien que pensar.
En este momento de mi vida, precisamente "rumbo al desempleo" en el que me encuentro, quisiera pensar que tengo un tiempo extra para inculcarle el "chip" correcto.
Hasta el día que empezó el jardín de infantes estuvo rodeada de mujeres que trabajan. Su mamá trabaja, la señora que la cuida trabaja (sí, cuidándola a ella, y aunque no se lo hace sentir como que ella es un trabajo, se entiende que tiene una ocupación), mi suegra trabaja, mi hermana trabaja. Mi mamá no, pero siempre la ve ocupada atendiendo a mi papá, al punto que si mi mamá trabajara tendría que contratar a una persona para que lo cuide, así que aunque no remunerado, es un trabajo igual. Mis amigas más cercanas, también todas trabajaban.

Hasta ése momento, María Clara bien podría haber sido Ignacio en el increíble cuento de Mario Benedetti "En el reino de los cielos" cuando se da el siguiente dialogo entre dos chicos:

–¿Y qué hace tu hermana? –preguntó Ignacio
–Está casada con un médico. Un médico francés.
–Sí, claro. Pero ella ¿qué hace?
–¿Ella? ¿No te digo que está casada con un médico? Hace eso, nomás. Bueno, a veces mira la tele.

Después empezó el jardín, y se encontró con que muchas mamás no trabajaban. Y una de mis amigas fue mamá y dejó de trabajar. Y aunque ella no las conozca mucho, en mi trabajo, muchas son las mujeres que estudiaron una carrera, consiguieron un trabajo, un novio (en el trabajo) se casaron (o se juntaron) y apenas tuvieron el primer hijo, o a lo sumo el segundo dejaron de trabajar, sin planes de retomar sus actividades laborales. Mientras se dedican a llevar a los chicos al jardín, a llevarlos de un lugar a otro en auto, a hacer manualidades, a cocinar; algunas a los sumo se ponen a fabricar bijouterie, velas, jabones, a organizar ferias de ropa importada, o a lo sumo hacer un trabajo free lance.

Siempre me cuestioné mucho el hecho de trabajar y no estar tanto con ella. Lo que nunca me había cuestionado demasiado es el modelo que le estaba dando.
Hoy por hoy pienso que tal vez sea más saludable instalarle el chip que nuestras abuelas le inculcaban a nuestras madres (o nuestras bisabuelas a nuestras abuelas): lo importante es conseguir un marido que te pueda mantener a vos y a tus hijos, y tu misión en la vida es crear un hogar feliz para tener un marido y unos hijos felices, y ahí reside la felicidad de la mujer.
Claro que hay que aggiornarlo un poco, una carrera hay que estudiar igual, porque así es más fácil conseguir un buen marido hoy en día (lo de bueno en realidad está por verse, pero al menos que tenga plata), pero hay que tener en claro que la carrera es eso, fundamentalmente no sentirse menos que otras mujeres, algún hobby hay que tener, y si es más o menos rentable mucho mejor. En vez de tejer, bordar, y lavar ropa a mano, hoy en día al ama de casa se le exige que vaya al gimnasio, después se siente en una confitería a tomar café con su notebook y que vaya a un seminario sobre decoración de interiores o similar.

Mi madre, quien no es profesional, y quien desde que se casó de dedicó a ser exclusivamente ama de casa, en ningún momento dudó en que el chip adecuado para sus hijas era ser profesionales y trabajar de lo que se había estudiado. Claro que también pretendía que fuéramos buenas amas de casa, y al día de hoy todavía lo pretende (va mal conmigo, y con mi hermana muchísimo peor); pero en ningún momento planteó algo así como que de grandes podíamos ser solo amas de casa. No sé si no entendimos bien el mensaje y en realidad nos estaba diciendo que estudiaramos para trabajar unos años y después seguir el camino de la mayoría de las mujeres de su generación, o habrá sido frustración propia, ya que quiso estudiar pero para mi abuelo las mujeres eran para tocar el piano, pintar sobre porcelana y demases, o bien nos veía un tanto feuchas como para conseguir un buen marido con relativa facilidad!

Ahora todavía estaré a tiempo para cambiarle el chip a María Clara?
O mejor aún, será que todavía no está definido del todo?

Yo sé que hoy en día mi frustración respecto a mi profesión y a mi trabajo en particular están en el punto más alto jamás alcanzado, y eso es mucho decir, porque no es que mi vida laboral fuera un camino de rosas precisamente; y todo esto supongo que nubla mi juicio actualmente; y mucho.

Pero no puedo dejar de preguntarme, no sería más feliz si le inculcara que lo mejor que le puede pasar es ser una ama de casa moderna?

Y pensar que hace cinco años, a esta hora todavía no sabía que María Clara era una nena. Yo sé que tener nenas es mucho más lindo a la hora de comprarles ropa, juguetes, aún son más parlanchinas y suelen conversar más (y cuando somos viejos nos atienden mejor), pero cuando uno tiene un varón definitivamente se libera de estas deliberaciones.
Por suerte no se puede elegir (porque si tuviera que elegir el sexo de un futuro bebé, no sabría cuál!).

Pero qué mala pata vengo a tener que me encuentro al borde del desempleo cuando mi hija está cumpliendo cinco años.
Y qué mala pata tiene María Clara de tener estos padres que la encargaron para que naciera en la época de las vacaciones de invierno, tanto por vacaciones (porque no hay nadie) como por invierno (porque le gusta celebrar su cumple al aire libre).

Por supuesto que la madre de María Clara agradecida, porque es tan colgada como madre y como ama de casa moderna que no averigua seis meses antes por salones o por el alquiler de inflables ni por disponibilidad de animadoras, que le viene fantástico que ya por tradición el cumple se festeje más o menos en noviembre.