jueves, 17 de noviembre de 2011

Rumbo al desempleo 8: Felicitaciones para todos nosotros


Como decía mi maestra de la mañana en segundo grado, pueden darse una auto-palmadita en la espalda y decirse "¡buen trabajo!"
No voy a mentir.  Siempre me fui por las ramas escribiendo, o digamos, desde segundo grado precisamente, cuando a fin de año publicaron en la revista del colegio los relatos que habíamos estado escribiendo en clase de castellano, y el mío era, por lejos el más largo.  No, no fue visto tanto como una proeza, hasta dudaron en publicarlo porque era más de una página, cuando en el mismo espacio podían publicar tres y hasta cuatro de otros chicos.

Terminada la presentación de la prueba irrefutable en vivo y en directo, o líneas más arriba digamos, que me es imposible resumir paso a explicar un poco la situación.

Podría haber escrito un post en estado de furia asesina (porque así estuve) de represión total (ídem) de insomnio tenaz (ídem).  Pero ya bastante tienen mis queridos y abandonados amigos bloggers, por lo que reflexionando un poco me decidí por darle finalmente otro tono al post.  No, no me fue así de fácil, las broncas a mí me duran un tiempo bastante respetable, pero bien valía la pena el esfuerzo de presentar la mejor cara (la otra la dejo para el serpentario, que es donde le corresponde estar y no contaminar otros espacios).

La cuestión es que estos días, semanas mejor dicho, me vi envuelta en un intercambio epistolar nada agradable con la gerenta (a.k.a jefa al cuadrado, y otros tantos epítetos irreproducibles por este medio).  "Nada agradable" también es un eufemismo para no utilizar otras expresiones poco apropiadas para un post que pretende al menos ser un tanto más optimista, porque de más está decir que esta mujer logró que llegara al límite como otras veces en el pasado.

Pero al final en algo se equivocó.  Esta vez en lugar de jugar de local, intentó tantear el terreno primero y terminó jugando de visitante.  Es que hasta ahora siempre nuestros intercambios poco felices eran en vivo y en directo, o a lo sumo por teléfono.  Y a mí cuando me gritan me cuesta pensar, tampoco es una persona que dialogue para decir la estricta verdad, sino que lo suyo son monólogos (es más fácil cuando uno es gerente claro está) y yo que en general no sé intercalar la palabra en el momento adecuado terminaba odiándome a mi misma medio minuto después de finalizado el poco feliz intercambio, cuando se me terminaban de ocurrir todas las cosas que debería haberle dicho, mientras la otra se iba tan triunfante como la ganadora del oro olímpico.

En esta oportunidad la batalla fue en otro terreno.  Sí, uno que me favorece mucho más.  Porque independientemente que esta mujer ha demostrado que lo más extenso y coherente que ha escrito en su vida debe haber sido la lista del supermercado, yo pude exponer todos mis argumentos clara y extensamente, sin que nadie me interrumpa.
Que baste con decir que sus mails tienen en promedio siete líneas.  Los míos treinta y cinco (sí, a este nivel de locura me llevó esta mujer)

Y pensando un poco creo que en mayor o menor medida (me atrevería a decir que en gran medida) escribiendo blogs, comentando otros blogs, debatiendo en foros y afines uno termina por pulir la técnica de debatir con el teclado al punto que en la vida cotidiana al menos, hay pocos entrenamientos tan eficientes en este arte.

Por tanto, muchas gracias a todos por los intercambios, tanto cuando estuvieron de acuerdo conmigo (siempre sirve como experiencia tener razón) como cuando no (porque me hicieron pensar, recapacitar, reconocer errores, o aprender a afirmar con más fuerza y argumentos mi punto de vista); o cuando me ofrecieron otras herramientas que nunca había considerado antes.
La mayoría de las veces  estos intercambios fueron con las mejores intenciones, pero aún me veo en la obligación de agradecer y felicitar a quienes tuvieron las peores.  No importa porque me sirvió igual.

Cuando terminé uno de los mails una amiga me dijo que era un collage exquisito de razonamientos y argumentos lógicos;  y lo digo sin sonrojarme y sin falsa modestia porque el mérito no es mío.

No canto victoria, mi posición no es la más ventajosa precisamente, sé que mañana o la semana que viene puede pasar cualquier cosa, pero mientras tanto disfruto del presente, de este triunfo momentáneo, de este último mail mio (o de todos nosotros pero enviado por mi) sin ninguna respuesta de su parte desde hace diez días.  Y bueno, en su defensa debemos decir que no debe ser fácil pelear solo contra tanta gente no?  Y más aún cuando uno no lo sabe.

Así que felicitaciones a todos nosotros


¡Buen Trabajo!