Entonces hoy bien podría haber faltado a trabajar, tenía motivos más que de sobra. Pero después me acordé que iba a haber una capacitación-conferencia-taller-seminario, o no recuerdo qué nombre le ponen ahora para que suene más actual y científico, sobre comunicación y que iba a demandar por lo menos media jornada laboral. Entonces no estaba tan mal: podía sentarme a vegetar todo ese tiempo sin tener que trabajar, después sacaba dos o tres cosas más o menos urgentes (tanto como para que nadie más me las toque) y así ganaba un día y además no tenía que estar el resto del año escuchando sobre las maravillas de ese seminario que me perdí.
En cuanto a tema horarios puedo decir que se cumplió bastante satisfactoriamente, es decir, nos ocupó toda la mañana y un poco más también. Lo que no pude hacer es vegetar en estado semi inconciente porque era imposible permanecer impasible frente a tantas, pero tantas incoherencias juntas.
Aclaro: yo Licenciada en Comunicación no soy, así que desde lo formal o desde lo estrictamente académico no puedo hablar. Pero creo que no hace falta dedicarse a eso para entender que, por lo menos, cualquiera puede dar una capitación hoy en día.
Como para muestras basta un botón, como suele decirse, me circunscribo a un sólo ejemplo, teóricamente destinado a comprender las diferencias de cómo se comunican los hombres y cómo lo hacemos las mujeres, o para qué usa el lenguaje cada uno de los géneros.
La situación planteada era así: resulta que un matrimonio (o pareja heterosexual, no hay por qué ser tan formales hoy en día, además de última éramos todos bien mayorcitos de edad) están de viaje en auto por la ruta. Entonces la mujer le pregunta al hombre:
"¿No tenés hambre?, ¿No querés parar a comer?"
El marido-pareja-novio-concubino-cónyuge-etc. le responde:
"No, yo hambre no tengo"
y siguen camino. La mujer pone su mejor cara de amarga, que entre paréntesis parece que nos sale mucho mejor que a ellos, y el pobre tipo no entiende qué pasó para que la mujer se enoje así de repente.
Explicación (según los entendidos en comunicación): los hombres usan el lenguaje para transmitir información, en cambio las mujeres lo utilizamos por el placer de la conversación.
Entonces:
1) El hombre pensó que le habían formulado una sencilla pregunta a la que respondió con total sinceridad, y de ahí su imposibilidad de comprender qué es lo que enojó a esta loca, y
2) Teóricamente la mujer se enojó porque ella con su comentario de:
"¿No tenés hambre? ¿No querés parar a comer?"
pretendía comenzar una conversación que discurriera más o menos por los siguientes carriles:
Él.- Podría ser, dónde te parece que paremos
Ella.- Estamos a 40 km de ... (tal pueblo o ciudad) seguramente allá hay de todo para comer
Él.- Podría ser, pero después no habrá mucho transito?
Ella.- Sí, venden tantos autos últimamente que ya no se puede andar por ningún lado. Mejor seguimos un poco más y paramos a comer en esa parrilla donde una vez almorzamos cuando veníamos con los de Alvaro"
Él.- "¡Cierto! ¿Te acordás de de ese día? A propósito, qué se hizo de la hermana de Alvaro?"
Ella.- Volvió con ese novio que tenía, pero resulta que él ahora vive en Canadá... yo no sé, una relación así a la distancia..."
Él.- "Por un tiempo no está tan mal. Además ahora hay muchos pasajes baratos"
Ella.- "¡Claro! Hablando de eso, podríamos aprovechar las promociones y hacer algún viajecito... ¿Que te parece?"
Él.- "Los pasajes a Madrid están muy baratos, podríamos empezar por ahí y después recorrer un poco..."
Ella.- "Podría ser, pero Europa dicen que está carísimo. Mejor Miami"
Él.- "Pero resulta que ahora hay más gripe porcina en Estados Unidos que en México, no sé..."
Ella.- "Hablando de eso, qué vas a hacer con la vacuna de la gripe?"
etc, etc, etc.
Hasta que siguen charlando de forma tan amena que llegan a destino olvidándose de parar a comer en ningún lado y lamentando que el viaje se terminara lo que pondrá fin a esta agradable (o bizarra*) conversación. (*Aclaro: el "bizarro" es mío)
Ahora lo importante: lo que yo pienso (obvio), y por qué todo esto me suena a una sarta de incoherencias indignas de alguien que alguna vez ha pisado una universidad (aunque sea para pasear, ni hacía falta estudiar en una):
Primero: una mujer más o menos adulta que está en una ruta con un hombre, a solas en un auto, y en una relación más o menos sentimental, ya se debería haber dado cuenta hace rato que los especímenes masculinos, por conversadores que sean, no van a saltar de tema de cuatro en cuatro en menos de tres minutos.
Segundo: es prácticamente imposible que un hombre no tenga hambre. A lo sumo pasaría que su billetera tuviera más hambre que su estomago y por eso no quisiera parar a comer; pero que quisiera transmitir la información "No tengo hambre" y que ésta sea verdad es casi estadísticamente imposible.
Tercero y principal: a saber, mi interpretación del caso: la mujer se estaba muriendo de hambre, pero para no deber un favor, trata que parezca que el que tiene hambre sea él. Además ella ya venía cargando mal humor desde hacía rato porque él debería haber adivinado mucho, muchísimo antes de que ella tuviera que formular esa pregunta, que ella estaba famélica. Y por supuesto, una vez lanzada la propuesta de parar a comer, una mujer no puede pensar que el tipo no sea tan ciego, sordo y lelo mental y emocional de no darse cuenta que ella sí quiere parar a comer. Entonces o se hace el tonto como el mejor y en realidad sí sabe muy bien porqué la mujer tiene esa cara de poca felicidad, o
Cuarto: si paraban a comer, hay que ver si él tenía ganas de ceder el volante después.
Quinto: Tal vez él quería evitar una discusión sobre a cuál lugar iban a comer, o bien no quería ilusionarse con un asado cuando la mujer después de tanto hinchar seguramente insistía con una ensaladita.
Sexto: aunque no tuviera hambre, él debería ser un poco más imaginativo de pensar que ella quiere parar para ir al baño, por ejemplo, y ella no ser tan histérica de esperar que él adivine que ella quiere ir "al tocador de damas" (nombre muy adecuado en los baños de ruta, por cierto)
Séptimo: A mi juicio todo lo anterior carece de valor porque partamos de la base que en realidad la posibilidad de que un hombre registre el malhumor de su mujer (por no utilizar una expresión más explicita) es tremendamente remota.
Evidentemente si hace como un millón de años que existe la humanidad y nos seguimos in-comunicando tan bien o tan mal como en ése entonces, es un poco inocente pensar que tres payasos dictando un seminario van a revelarte el secreto de la comunicación humana, eso descontando lo más grave, vale decir, que con tantas incoherencias seguidas me fue totalmente imposible vegetar durante ese rato y me cansé más que si hubiera trabajado. En definitiva quien hizo un pésimo negocio hoy fui yo yendo a trabajar.