Creo que desde que empecé a escribir en este blog, aproximadamente una vez por mes me quejo de mi trabajo en ocho idiomas (y eso que ni de casualidad hablo esa cantidad de lenguas). Con regularidad planteo mis ganas de renunciar y me descargo sin piedad contra la gente que por allí me encuentro casi a diario. En realidad, si lo pienso seriamente creo que decir que me quejo una sola vez por mes es ser demasiado clemente conmigo misma, pero dejémoslo ahí.
C) Incluye algunas cuestiones que podríamos denominar políticamente muy incorrectas (PMI a partir de ahora). Pero uno no decide qué sentir y qué no, aunque nos hayan enseñado que nuestros sentimientos siempre deben ser de lo más humildes, nobles y caritativos posible. Total (y sin ánimo descalificar a mis fieles lectores, sino todo lo contrario) me lee muy poca gente y me sirve de terapia gratis.
Desde hace unos días estoy con la idea de renunciar. Sí, ya sé que esto en mí es más largo que el cuento de la buena pipa (¿se acuerdan?) pero algo sutilmente ha empezado a cambiar, por eso escribo. Cuando digo "hace algunos días" es que no puedo precisar cuándo fue que empezó a madurar esta idea. Tal vez fue con los cables pelados pre vacaciones, o durante las vacaciones, el primer día de trabajo, el lunes pasado, ayer, hoy o no lo sé.
A diferencia de las veces anteriores no es que me agarra una gran bronca de dimensiones colosales y consecuentemente las ganas de mandar las cosas adonde ya todos se imaginan dónde; no hubo ningún enfrentamiento, escándalo o escena de telenovela centroamericana (al menos hasta hoy) sino una serie de pequeños eventos, incidentes y actitudes; probablemente imperceptibles para los demás, que van madurando la idea.
Esto es algo que me gustó, y me sorprendió gratamente porque no soy de tomar decisiones importantes de forma impulsiva, y tal vez por eso la idea de "doy un portazo y me largo" por más que me sedujo mucho en diferentes ocasiones que lo ameritaban, no terminaba de cuadrarme y por eso siempre terminaba por comerme la bronca y todo seguía como si nada hubiera pasado, al menos en apariencia.
Este es un listado de "esas pequeñas cosas" que le van dando forma a la idea del gran salto al vacío (precisamente para que al final no termine sintiendo precisamente eso):
1.- Me revienta (primera expresión PMI, pero vaya uno a encontrarle un sinónimo exacto!) ser invisible. Que el detalle de la compra de calzones color naranja sea más importante que cualquier cosa que yo tenga para decir me resulta insoportable (y si espero turno para hablar no es para comentar el color de los calzones porque por suerte para matarme de risa con ese tipo de conversaciones me sobra gente) . Y peor que eso (sí, hay peor) no te podés enojar porque o sos muy sensible, o nada te viene bien o sos vos que no sabés hacerte un lugar para preguntar las cosas (pero no vayas a interrumpir la conversación acerca de calzones color naranja, por favor!). Más aún (sí, también hay más aún) tengo que contar hasta un millon setencientos cuarenta y dos mil para no explotar de la bronca cuando finalmente te escuchan con cara de aburrimiento o de favor y te despachan con once palabras en dos segundos.
2.- Me siento muy incómoda estando en el limbo éste entre sueldo, escritorio y categoría de plebe y varias responsabilidades de plana mayor.
3.- Tengo un esbozo de respuesta a la gran pregunta, tanto tiempo sin respuesta, de "¿Por qué sigo (y sigo) en este trabajo-situación-condiciones a pesar de todo esto?" No, no es de masoquista (o al menos no enteramente). Me gusta lo que hago, más aún creo que a los clientes también les gusta mi trabajo. PMI que lo diga yo, lo sé, pero al menos es la devolución que tengo de su parte (si mienten no me hago cargo, je!). Ayer que no crucé más de cuatro palabras con algún personaje de mi sector, valga decir "laburo puro", me sentí muchísimo más relajada que cuando no hay trabajo y uno se ve obligado a cultivar relaciones que después te dan dolor de estomago; teniendo que asentir o compadecerte de los demás cuando, como decía en la entrada anterior yo no estoy para oficiar de psiquiatra gratis (y a esta altura supongo que se cae de maduro que más bien debería ser al revés, y ni pretendo que gratis) ni para hacer de mi vida privada un conventillo; aunque en un ambiente así esto es un tremendo error porque pareciera que sólo los demás tienen problemas y uno vive en una nube (y no aclaro de qué material la nube por no escribir otra cosa muy PMI). No soluciono demasiado mi situación actual con esta respuesta, pero siempre es lindo tenerlas. Además esto me permite seguir quejándome tranquila sin que el entorno (familiar sobre todo) me presione con un rápido y fácil "largá todo y listo".
4.- En este mundillo (no sé si exclusivamente donde yo trabajo o en todo el planeta laboral) las cosas se obtienen chillando y pataleando. De esas habilidades yo tengo muy poco y a esta altura ya es muy difícil que las adquiera. Y de todos modos, aunque aprendiera, después no estaría feliz de haber obtenido logros de esa manera, por lo que tampoco me serviría demasiado.
5.- Volviendo a las cosas buenas, hay gente fuera de mi sector que aprecio muchísimo (en mi sector a los que aprecio realmente los cuento con los dedos de una sola mano y me sobran). Si el aprecio se convierte en amistad sólo puede saberse una vez que no nos une ninguna obligación. A las pocas personas de mi trabajo que puedo llamar amigas sé que no las voy a perder, aunque se extrañe la cotidianidad. A las otras la verdad en este momento me daría mucha lástima perderlas. Pero creo que vale la pena hacer la prueba y terminar de ver quién queda de cada lado. Y de todos modos, aunque las pierda, tampoco es el fin de mundo.
6.- A diferencia de lo que me pasaba hasta ahora, no me parece cuestión de vida o muerte conseguir otro trabajo antes de renunciar a éste. Ojo, me sigue dando un miedo terrible estar todo el día en casa. Supongo que es el famoso miedo a lo desconocido porque nunca estuve en tal situación por más de tres meses; y siempre con perspectiva de algo. También me encantaría que mi salida fuera más elegante, estilo:"conseguí un puesto mucho mejor (va para ustedes plana mayor que a la hora de la verdad no dan ni dos centavos ni por quien porta estas dos manos que al menos saben teclear con todos los dedos)"; pero ya no lo considero condición sine qua non para renunciar (digamos que en este punto no hubo demasiado progreso, pero ya decía que la idea va madurando, no que está madura).
7.- Estuve probando EL PODER, así con mayúsculas, vale decir: me tomo mis libertades porque no tengo miedo que me echen, y debo decir que me gusta. Y eso es peligroso.
8.- A esta altura lo pienso y lo sigo pensando, y aún así no puedo siquiera imaginarme una propuesta que me dejara feliz para seguir trabajando en este mismo lugar, y eso que yo dejando volar la imaginación para cosas imposibles soy especialista. Por ejemplo hasta hace dos años no hubiera dudado que un ascenso era más que suficiente. Ahora ya no, porque el daño ya está hecho; y porque aunque me lo ganara por mis propios méritos tendría que soportar años y años (tantos como los que le faltan para jubilarse) la sonrisita de chino mandarín de la gerente pidiendo agradecimiento como si me hubiera hecho un favor personal que le costó tres dedos y acostarse con media población de personal jerárquico.
Bueno, pensándolo bien si obtuviera un puesto por encima de mi gerente tal vez sí estaría más o menos feliz, pero digamos que a pesar de toda esta movida interna aún no emepecé a alucinar ni a delirar (tal vez no falte tanto, pero les aseguro que todavía no).
9.- Estoy trabajando en la idea de que no sería en vano estar más tiempo en casa, (no sólo físicamente sino con la cabeza puesta ahí también) por más que MC sea más grande y ya vaya medio día al jardín, y el año que viene o el próximo todo el día. Eso no va a borrar de un plumazo la mochila de arrepentimiento que tengo por no haber renunciado cuando ella tenía tres meses y no tres años, lo sé, pero mientras me siga arrepintiendo voy a sumar carga a la mochila en vez de restarla, y mientras el tiempo sigue pasando.
10.- Soy posesiva con mis laburos, con los clientes con los que trato, en la relación con profesionales de otras areas que trabajan conmigo, con el lugar que me supe conseguir en general. Pero de un tiempo a esta parte no me quita el sueño que alguien más ocupe lo que considero mi espacio.
11.- Estoy cansada de viajar, aunque sea en auto. Cansada de tapar con maquillaje las ojeras en vez de tener tiempo libre para curarlas desde adentro. Cansada de estar tan cansada hasta para dormir. Cansada de estar cansada, aunque me encante la siesta. Cansada.
12.- A veces siento que los demás avanzan y en cambio mi carrera está más estancada que el gobierno de los Kirchner. Y no es sólo el sentimiento de inferioridad (que es horrible, para qué negarlo) sino que, nuevamente muy PMI que lo diga yo, pero todos quieren la chapa y nadie laburar. Y yo, que no concibo tener la chapa sin laburar, aunque más no sea porque soy malísima sacando cosas de la galera y necesito todo con vienticinco fundamentos como mínimo; soy la que no llega a hacer las dos cosas: trabajar y consecuentemente lustrar la chapita. Claro, desde afuera si mostrás lo segundo se presupone que también hiciste lo primero, pero eso pasa muy pocas veces; y la verdad también estoy un poquito harta de hacer más de lo que me corresponde, aunque me guste (el trabajo, se entiende, no tapar agujeros)
13.- Estoy cansada de esquivar dardos. No sé si iban dirigidos intencionalmente a mí o es de casualidad pero uno no puede menos que sentirse tocado (cuando no apuñalado) cuando pregonan por ejemplo "la idea es que vayan rotando de actividades" cuando yo considero (y no sólo eso sino que hasta planté bandera al respecto) que es un toco y me voy inútil; y que lo único que pretende la plana mayor con esto es que nadie se especialice en nada y no les roben ni un mílimetro de cartel. Aunque haya trabajos que no quieran o no sepan hacer.
14.- Me cansé de la hipocresía. De plantear todo utópico en las reuniones, que todos nos ayudamos entre todos, nos adoramos y somos la familia Ingalls; pero cuando necesitás ayuda no encontrás a nadie o no podés pedirla porque te ponen una cara que en comparación la de un bulldog es el estereotipo de la amabilida; aunque tampoco es una opción echarlo en cara, porque "no te olvides que hablamos en la reunión que somos la familia Ingalls"... ahora que lo pienso, ¿Será que se olvidaron de aclarar que son todas Nellies y Harriets Olesons?
15.- Me muero de la curiosidad de saber si realmente todo esto es puro mobbing y yo recién me doy cuenta, con lo cual el día que anuncie que me voy no se les pueda despegar las sonrisas de las caras o por el contrario se me van a hacer las ofendidas y van a sacar otra vez el juego de la sortija, cual calesita (mirá que lindo, pero para la próxima vuelta recién) en un intento patético como hacen (o al menos ya han hecho conmigo) cada vez que empiezo con la misma cantinela. De más está decir que la sortija en cuestión ya está más gastada, pobre. Y ni siquiera es de verdad lo que es muchísimo peor.
16.- Es peligroso que uno mire a los cuarentones - cincuentones del trabajo y te parezca natural que estén hipertensos, pelados, ulcerosos y descuajeringados. Bueno, siendo mujer creo que pelada no me voy a quedar, aunque es increible la cantidad de pelo que vengo perdiendo estas útlimas dos semanas. Además, broncoespasmos mediante, también estas últimas dos semanas, consulta con el neumonologo (el bueno) indica que aunque no está del todo de acuerdo con la nueva vacuna para la gripe A, para estar en invierno en ambientes cerrados le parece recomendable. ¿Para qué exponerme a que me crezca un chancho adentro sólo por bancar tanta locura?
17.- Esta es una de las dos cuestiones que de alguna forma hicieron que reacomodara todo lo anterior y empezara a decantar la situación. Tal vez el VERDADERO motivo, mal que me pese. Es de lo más PMI, mezquino de alma, y que me da mucha vergüenza reconocer (pero total acá no me conoce nadie):
Hay un espécimen en particular que me hace doler el estomago de sólo verlo. Soy rencorosa, lo reconozco. Brevemente (si quieren saber más dirigirse a Julio de 2008) en ése entonces hubo un ascenso para el que había tres candidatas, quien suscribe una de ellas. La aquí presente estaba muy esperanzada, para qué negarlo, y no sin fundamentos; pero también calculando fríamente otra de las tres tenía más antigüedad, muy buen CV y un proyecto interesante. Una tercera no tenía nada. Bueno, sí un acomodo con la VP, pequeño detalle. Las cosas ni haría falta que se contara cómo siguieron: yo aquí, la otra se asqueó y terminó renunciando al poco tiempo, y la tercera se calzó unos zapatos que le quedan ochenta números grandes (y encima tiene el mal gusto de elegir los de Sarkany).
El hecho que este espécimen pudiera considerarse persona de mi amistad hasta ese momento y después te clave el puñal por la espalda empeora las cosas en el presente.
Tal espécimen anunció hoy que está embarazada. Y la verdad creo que no me lo voy a bancar. Y a todo el resto haciéndole la corte muchísimo menos. Tengo cero tolerancia para escuchar cualquier detalle de su vida privada, pero esto directamente sé que me va a lastimar.
Y cuestiones personales aparte, no es que me molesten todas las embarazadas, nada que ver. De hecho, creo que es en este punto que uno puede terminar de separar las personas que a uno realmente le importan (o le importan bien) y las que no. De hecho una de mis mejores amigas quedó embarazada en uno de mis momentos más flacos (y no de cuerpo precisamente) y pude (y me dejaron) estar cerca en cada uno de los momentos más importantes del que se convirtió en mi ahijado. Suspiro con la posibilidad de ser tía ahora que mi hermana (finalmente) dejó entreabierta la posibilidad que tal vez no es del todo imposible que MC tenga primos. Y así con tantos otros embarazos cercanos o que nos rodean, y que logran arrancarme sonrisas de las de verdad; independientemente de mis ganas insatisfechas de más bebés de aquí a un tiempo largo o para siempre. Sólo que en este caso me parece que no es justo; o no sé. Pero no quiero.
18.- Lo segundo que me terminó de mover el piso, algo muy PMI que le suceda a quien suscribe: casi me olvido de uno de los cumpleaños más importantes para mí. Cada vez que le pasaba a Homero o a alguno de sus sucedáneos, pensaba que era una exageración, que era imposible. Y ahora casi me pasa, todavía no entiendo bien cómo. Tal vez sean las pocas (nulas mejor dicho) ganas de festejar. Igual (palo para la suegra) a quién se le ocurre tener un bebé en una época tan complicada del año como el fin de las vacaciones - inicio de clases?
19.- La prueba final de que la idea está definitivamente instalada en mi cabeza es que si bien las posibilidades de que alguien del trabajo encuentre este blog son mínimas, al ser público esta situación es totalmente factible. Y creo que no me importaría gran cosa que ocurra.
Para no coartar la libertad de expresión dejo abiertos los comentarios aunque no espero que nadie lea por completo semejante manifiesto. Creo que en tiempo neto (porque la fui escribiendo entre llamadas de teléfono, conversaciones por msn, preguntas del estilo de "¿No compraste yogur de durazno?" y demases) me llevó más de una hora. Así que sí, definitivamente, y como buen ejercicio de "juguemos a que no tengo más sueldo" con esto ahorro en terapia (Ojalá fuera cierto)